Isabel San Sebastián-ABC

  • Frente a la ‘feminista caviar’ Montero, Ayuso pide que ese dineral sirva para rebajar el precio de la luz y el gas

Nuestros gobernantes tienen una capacidad asombrosa para sobrevivir a tropiezos que supondrían su defenestración en cualquier actividad privada. Los actuales muestran, además, una tendencia alarmante a utilizar la mentira como herramienta perfectamente lícita, homologable a cualquier otra. Pero lo de Irene Montero supera todo lo imaginable. Ella no solo recurre de manera sistemática al embuste, la demagogia y el abuso de poder, a semejanza de su presidente y sus colegas de Gabinete, sino que presume de ello. Se mofa de nosotros con jactancia. Siendo la mujer menos legitimada para alardear de su trayectoria política, dado que es de dominio público la razón última de esa carrera tan fulgurante como ayuna de méritos profesionales, nos la restriega sin pudor alguno, jaleada

por sus palmeros. Y si en condiciones normales ya resulta harto molesto soportar sus excesos verbales, sus arengas y sus lamentos, especialmente para quienes nos hemos abierto camino exclusivamente a base de trabajo, en un mundo carente de ‘dopajes de género’, ahora que pintan bastos se torna insoportable.

La última provocación ha sido ese anuncio obsceno, celebrado a bombo y platillo: veinte mil millones de euros procedentes de nuestros bolsillos, destinados a ‘políticas feministas’ plasmadas en un plan estructurado en cuatro ejes: ‘Economía para la vida y reparto justo de la riqueza’ (18.461 millones); ‘buen Gobierno, hacia formas de hacer y decidir más inclusivas’ (59 millones); ‘hacia la garantía de vidas libres de violencia machista para las mujeres’ (972 millones); y ‘un país con derechos efectivos para todas las mujeres’ (826 millones). O sea, la gallina. Veinte mil millones de euros hurtados a necesidades básicas para complacer la voracidad de Podemos y permitir a su abanderada justificar la existencia del Ministerio de Igualdad, también conocido como covacha del enchufe, oficina siniestra o agencia de colocación de amiguetes y parejas. Este año, sin ir más lejos, ha incrementado su presupuesto hasta superar los 500 millones de euros, ocho de los cuales corresponden al personal, cuyo coste se ha duplicado. ¿Quién dijo austeridad? ¡Esa es una palabra facha!

Lo cierto es que ese dineral carece de utilidad pública. Las cifras de la violencia machista llevan años estancadas y la del desempleo femenino empeora. En 2021 supuso el 58,73% del total de parados en España, equivalente a un punto y medio más que el porcentaje registrado en 2020. ¿De qué sirve entonces esa inversión desmesurada? De nada que no sea alimentar a Irene Montero. En la cumbre autonómica celebrada el pasado domingo, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid por elección democrática, sin otro apoyo que el de las urnas, pidió que esos veinte mil millones se dedicaran a rebajar el precio de la luz y el gas. Esa es la diferencia entre una ‘feminista caviar’ y una mujer acostumbrada a pagar sola las facturas.