IGNACIO CAMACHO-ABC

  • El dinero del Interrail y otras regalías es el que falta en muchos territorios de escasa o nula conexión ferroviaria

En vista de que somos el segundo país de la OCDE con más jóvenes parados, Sánchez ha pensado en regalarles un Interrail para que se muevan en verano y si es posible lo voten a él de paso. Se le han olvidado al respecto dos cosas: una, que en septiembre pasado él mismo puso en marcha un abono gratuito en el transporte ferroviario vigente al menos hasta finales de año, y dos, que aún hay zonas significativas del país donde desplazarse en tren resulta bastante complicado. Básicamente porque no existe dicho servicio o es muy deficiente en calidad, economía de tiempo, sostenibilidad o frecuencia de trayectos. La red de AVE ha creado una España de dos velocidades en el sentido literal del término y a Canarias –escenario del anuncio presidencial–, Asturias, Cantabria, Extremadura, Jaén, Almería, Teruel y media Castilla les ha tocado el lado lento, el de las máquinas de gasoil, las líneas del siglo XIX y los túneles demasiado estrechos. Incluso los usuarios del sistema nuevo llevan desde la pandemia sufriendo el abandono de las inversiones en mantenimiento. Este mismo fin de semana, Renfe anunciaba un retraso general de casi media hora en los destinos andaluces por ‘mejoras’ en un tendido eléctrico que está sin renovar desde la Expo y que lleva meses dejando tirados –a veces en pleno campo– a miles de viajeros. La demora durará hasta después del verano pero, eso sí, empezará después de las municipales para evitar contratiempos.

Por otra parte, la gratuidad en cercanías y media distancia, pensada para compensar la inflación, ha provocado un notable colapso de plazas que muchos beneficiarios reservan sin usarlas. La virtud de la medida como ayuda laboral pierde sentido o se convierte en clientelar al extenderse a los fines de semana, fechas en que constituye una hazaña encontrar billete entre Madrid y Toledo, Valencia y Alicante o Sevilla y Málaga. Ese dinero que el Gobierno regala, y que ahora va a aumentar sin más planificación racional que su real gana, es el que echan de menos los habitantes de las comarcas mal comunicadas, hartos de pretericiones presupuestarias, proyectos sin ejecutar y promesas falsas. La Renfe y su ‘hermana’ Adif son, o eran, sendas joyas del Estado malversadas por el sanchismo como todas las instituciones, organismos y empresas públicas sobre las que ha puesto la mano. Las averías, la masificación, los fallos en la organización del tráfico y el deterioro del trato a los usuarios se han vuelto cotidianos aunque el mecenas supremo lo ignore porque desde la ventanilla del Falcon –¡¡demagogia, demagogia!!– sólo contempla la patria a vista de pájaro. A la juventud le dará igual que el servicio sea lamentable si puede viajar gratis y salir por ahí a que les dé el aire. Lo que muchos futuros pasajeros del Interrail aún no saben es que en su ciudad no podrán montarse. Y a Sánchez también le da lo mismo si lo votan antes.