Si los terroristas siempre mienten, ¿por qué le atribuyeron credibilidad a la carta que le escribieron en agosto de 2004 a Zapatero, momento crédulo en el que comenzó el disparatado proceso negociador? Y a todo lo demás. Ese proceso se basó en la creencia de Zapatero (y de todos los suyos) de que ETA les decía la verdad.
Cada vez que llega a la opinión pública un acta de ETA sobre los contactos mantenidos con un Gobierno salen los miembros del Ejecutivo a invocar el argumento de la honorabilidad, que podría resumirse en la pregunta: ¿A quién quieres creer, a un honesto gobierno democrático o a una mentirosa banda terrorista? El mentiroso cretense nos señala a ETA como una colección de mentirosos cretenses, con lo que la paradoja se convierte en aporía.
Es una pregunta mal formulada. Si se trata de quedar para salir los sábados, cualquier ciudadano decente preferirá la compañía de un Gobierno, pero si se trata de acceder al conocimiento, deberá creer a quien le diga la verdad. Y tanto un Gobierno como una banda terrorista pueden tener excelentes razones para decir la verdad o para mentir.
Incluso es posible que el virtuoso Gobierno tenga más motivos para mentir, porque está sujeto a reglas, mientras el terrorista, no. Si es capaz de matar a quien se le opone, puede permitirse la más brutal de las sinceridades: el comunicado reivindicativo. ¿Quién podría reprochar a Hannibal Lecter que se muerda las uñas.
El asunto es que el peor de los asesinos dirá la verdad, si esta le beneficia.
Esto respecto a la metodología. Vayamos a los hechos. El acta que conocíamos ayer en la información de Ángeles Escrivá, no es una filtración de ETA para confundir a la opinión pública. Es un informe para uso de la banda encontrado por la Policía durante la detención de Thierri. ¿Es verosímil que los archivos de ETA estén formados por actas e informes mentirosos, redactados para intoxicar a la Policía y a la opinión pública, en el caso de que sus cabecillas sean detenidos?
Los enviados del Gobierno dijeron a los terroristas que había dificultades por culpa del PP, los medios de comunicación, la AVT y algunos jueces. Lo importante no es que dijeran esas palabras. Lo importante es que los terroristas escribieron eso. Estoy seguro de que no era intención de los negociadores señalar posibles víctimas a sus interlocutores, pero en la hipótesis que más les beneficia, hace falta mucha incompetencia intelectual para no entender que sus palabras podían ser entendidas por los terroristas de la manera que las entendieron.
Si los terroristas son los cretenses que siempre mienten, ¿por qué le atribuyeron credibilidad a la carta que le escribieron en agosto de 2004 a Zapatero, momento crédulo en el que comenzó el disparatado proceso negociador? Y a todo lo demás. Todo el llamado proceso de paz se basó en la creencia de Zapatero (y de todos los suyos) de que ETA les estaba diciendo la verdad.
El Gobierno lo tiene fácil para desmentir a ETA. Que pidan al centro Henri Dunant, mediador en las conversaciones, que saque a la luz las actas levantadas por ellos, que fueron escritas precisamente para un caso como este, según la apreciación del secretario de Estado Camacho: que una de las partes manipule el relato.
Y luego está el contraste con los hechos. Y el acta de los etarras encaja como un guante en la realidad que conocemos. No hay ninguna otra versión que cumpla el requisito de la verosimilitud.
Santiago González en su blog, 29/3/2011