El comunicado etarra ha conseguido lo que no pudieron decenas de informes policiales, varias sentencias judiciales…: la aceptación generalizada de que Batasuna es parte central de ETA. Quienes siempre lo habían cuestionado, proclaman ahora que el gran jefe de ETA es uno de los representantes de Batasuna, Josu Ternera; o que Otegi es, en efecto, un interlocutor del grupo terrorista.
Estos días se ha producido una repentina transformación de la conciencia colectiva que muestra cuán inestable es la frontera mental entre los deseos y la realidad, entre la fabulación y la verdad, y qué caprichosa la velocidad a la que transitamos entre una y otra. Me refiero a la percepción social sobre Batasuna, un interesante aviso de psicología política para afrontar con más cuidado si cabe la valoración de la tregua. El comunicado etarra ha conseguido lo que no pudieron decenas de informes policiales, varias sentencias judiciales y todo lo que contamos los observadores y sufridores del «conflicto» vasco. La aceptación generalizada de que Batasuna es parte central de ETA. ¡Cuántos esfuerzos baldíos para explicar esto que ahora no sólo cree todo el mundo, sino que lo reivindica! Decían que éramos burdos en nuestro análisis, radicales, excesivos, catastrofistas. Que sí, pero no… Que decenas de miles de vascos no podían votar a favor del asesinato, que criminalizábamos grupos políticos y culturales que tan sólo defendían unas opciones políticas; legítimas, incluso añadían algunos.
Y ahora resulta que esos mismos proclaman con total tranquilidad, hasta con esa amplia sonrisa que reclamara Pérez Rubalcaba, que el gran jefe de ETA y el artífice de la decisión de la banda es uno de los principales representantes de Batasuna, Josu Ternera, que entre los delegados de los terroristas en la negociación estarán conocidos dirigentes de Batasuna como Jon Salaberria, y que Arnaldo Otegi, por fin, es, en efecto, un importante interlocutor del grupo terrorista. Si la tregua fuera otra mentira, aunque magro consuelo, al menos habremos avanzado en esa verdad.
Pero antes queda por dilucidar otra frontera entre la verdad y la fabulación, la de los auténticos objetivos de ETA con su comunicado. Acabará aclarándolos ella misma, pero convendría que el Gobierno y la oposición los adivinaran antes. Los mismos que diferenciaban Batasuna de ETA son ahora los que interpretan entre líneas y creen que estamos ante una rendición de ETA, ante un irreversible deseo de integrarse en la democracia. Dicen que ETA no puede reconocer públicamente la derrota. Y es verdad. Pero que la acepta en la práctica, que su comunicado es una representación para vender con dignidad su claudicación ante el éxito de la democracia. Lo que dista mucho de parecer la verdad.
El presidente del Gobierno comparte ese análisis optimista y hoy contará a Rajoy las razones en las que lo sustenta. Tiene los datos de todas esas reuniones previas con ETA tantas veces negadas y ahora también reconocidas y reivindicadas. Es posible que los que tanto erraron con Batasuna acierten ahora con las intenciones de ETA y que los escépticos adolezcamos de imaginación para trascender la literalidad del comunicado etarra o las declaraciones de Batasuna. O de datos, los que tiene el presidente. Veamos si podemos salir de dudas, de algunas, al menos.
Edurne Uriarte, ABC, 28/3/2006