Kepa Aulestia-El Correo
- Renunciar a enmendar a la totalidad a Pradales, apoyar las Cuentas de Bizkaia y acabar votando ‘no’ a las del Gobierno vasco es un galimatías
El debate presupuestario ha permitido destacar dos actitudes distintas a las vistas en anteriores legislaturas. Un Gobierno vasco inclinado a escenificar el diálogo sobre las Cuentas públicas con el resto de los grupos parlamentarios. Y una EH Bildu proclive a representar un papel negociador hasta el final. La entente alcanzada entre la coalición PNV-PSE y la izquierda abertzale para la tramitación de los presupuestos forales de Bizkaia indica que la letra pequeña de la política puede adquirir un peso creciente como rasgo de normalidad institucional en el oasis vasco.
Sin embargo los movimientos tácticos, que invitan a suponer que los partidos tienen en la cabeza más intenciones de las que portan en realidad, suelen jugar malas pasadas. En este caso el Gobierno de Pradales ha hecho ver que su intento por tramitar unas Cuentas «de participación» era genuino. Pero unos Presupuestos que podía haber secundado EH Bildu vendrían a indicar que en realidad el PNV no está en posesión de una verdad exclusiva. Del ‘modelo vasco’ en cada capítulo presupuestario. Sino que hay una cultura compartida de la que los jeltzales son depositarios solo de momento. Pero cuya propiedad está en discusión. Nunca sabremos en qué consistía la maniobra, o si el EBB pensó por un momento en la eventualidad de pactar los presupuestos con EH Bildu. Pero la mera expectativa de un consenso amplio en torno a algo tan nuclear para la política partidaria como las cuentas públicas genera vértigo. Porque, de firmarse tal pacto, ¿en qué habría quedado la identidad jeltzale?
¿Y la izquierda abertzale? Diferenciarse de los demás es esencial en política. El blanqueamiento y la naturalización institucional de la izquierda abertzale a cuenta del ‘Gobierno de progreso’ ha sido tan fulgurante que la táctica puede atragantársele. Renunciar a la presentación de una enmienda a la totalidad al proyecto presupuestario de Pradales y acordar con Elixabete Etxanobe el apoyo a las cuentas de la Diputación de Bizkaia, para acabar votando en contra de las del Gobierno vasco, es un galimatías propio únicamente para el ejercicio de la fe. Cuando ninguna cultura ha sido más contraria al consenso que la de la izquierda abertzale.