Rafael Núñez, LA RAZÓN, 7/6/12
El fútbol, junto con la tauromaquia, es uno de esos pocos espectáculos de masas que cuenta con el plácet de la intelectualidad. De Camus a Delibes, de Alberti a Cela, de Miguel Hernández a Vargas Llosa, han sido muchos los pensadores resueltos a barnizar el balompié de respetabilidad intelectual. Esto que algunos aún llaman deporte trasciende las clases sociales; es transversal que se diría ahora. Es la cosa más importante de las cosas menos importantes, es la guerra por otros medios. Un escenario civilizado donde dirimir las diferencias. Una herramienta de reputación y reconocimiento internacional.
Por eso constituye una de las aspiraciones del secesionismo y una de sus reivindicaciones permanentes. No hay nación que se precie que no juegue un mundial. Es prioritario ingresar en la FIFA antes que en la ONU. Y mientras Euskal Herria y Catalunya no cuenten con su propia selección al margen de la española, la ingeniería social dice que habrá que silenciar, tapar y esconder todo lo relativo a la selección nacional española. Cuando caíamos en cuartos ante Corea era sencillo, pero cuando España se proclamó campeona de Europa la cosa ya se puso delicada. Y cuando fue campeona del mundo, insoportable.
El Ayuntamiento de Barcelona –por aquél tiempo en manos del socialista Jordi Hereu– resistió todo lo que pudo, pero cuando «la Roja» se plantó en Johannesburgo tuvo que ceder colocando pantallas gigantes en la Avenida María Cristina. Los consistorios de San Sebastián o Bilbao aguantaron el tirón, bilbaínos y donostiarras tuvieron que cantar el gol de Iniesta, como cristianos primitivos, en salones de hoteles. Vitoria sí cedió al –en palabras del PNV– «patético intento de españolizar» la capital alavesa. En Baracaldo se saboteó la final cortando los cables de la luz y dejando a oscuras a toda una parte de la ciudad. En Tarrasa, patria chica de Xavi Hernández, una suerte de exorcismo, independentista y purificador, prendió fuego al plasma público que osó conectar con Suráfrica. Cosas del fanatismo. El domingo, ante Italia, comienza de nuevo el vía crucis. Ajo y agua.
Rafael Núñez, LA RAZÓN, 7/6/12