Jorge Martínez Reverte-El País
Ahora hay que contar con el partido de Inés Arrimadas porque da y quita mayorías
No hacían falta alforjas muy grandes, la verdad, para este largo viaje. Porque ha sido muy largo, ha durado mucho, pero la distancia recorrida no es tanta. Desde la derecha centrada, que es el sitio donde Albert Rivera lo dejó, hasta el centro centrado que es donde Inés Arrimadas quiere que los votantes pensemos que está, hay una distancia mínima que solo puede medirse en pequeñísimas fracciones, aunque eso supone meses si nos vamos a medir con la vara del tiempo. La marca Ciudadanos lo ha hecho.
Hay que reconocerles a los periodistas deportivos el mayor mérito cuando se ha tratado de encontrar nuevas unidades de medida. ¿Cuántos estadios de fútbol se necesitan para albergar el agua caída en Murcia este año? Por ejemplo. Pero hay muchos más.
El partido que fue de Rivera pudo cambiar la política española cuando Pedro Sánchez intentó que le votaran hace un año. Pero Rivera ya lo había advertido en febrero de 2017, cuando quitó la socialdemocracia de su ideario. El liberalismo se quedó como única fuente inspiradora del partido, lo que le permitió ayudar al PP y a Vox hacer unos Gobiernos como el andaluz y el madrileño. No está mal.
Arrimadas ha hecho coincidir estos gobiernos con el apoyo, eso sí, puntual, a Pedro Sánchez. Ayuda a Isabel Díaz Ayuso en sus exigencias a Salvador Illa y le da, simultáneamente, los votos al PSOE para que prolongue el estado de alarma. El PP lo ve con escándalo. Y yo creo que con bastante razón.
—¿No es usted de derechas, señora Arrimadas?
—No. Soy de centro. —Responde ella.
Lo más que le puede pasar a Cs es que se le marche un ejecutivo tan internacional como Marcos de Quinto. Que muchos ven compensado de sobra por la continuidad de un peso pesado como Luis Garicano, aunque sea en Bruselas y no en Valladolid.
Arrimadas ha redefinido el centro. Ahora hay que contar con su partido porque da y quita mayorías. Pero quizás ha conseguido de rebote otra cosa: un nuevo hito en el sistema de medidas que depende, sobre todo, de la cantidad de gomina que se eche en el pelo quien dimita o quien se incorpore a la formación. De Quinto es difícilmente superable en eso, incluso en la madrileña calle de Núñez de Balboa. Es de eso, de la brillantina que se echa, y no de sus prédicas, de lo que depende todo.