EL CORREO, 27/11/11
También rechazan que se quiera «imponer un único y parcial relato» porque «al pueblo se le debe una verdad completa»
Familiares de víctimas de la «violencia de Estado» hicieron ayer un llamamiento para evitar que se pretenda imponer un «único y parcial relato» sobre lo sucedido en Euskadi en las últimas décadas. En este sentido, no descartan mantener contactos con las asociaciones de víctimas de ETA a las que no niegan «el dolor que la lucha armada ha provocado». «Jamás seremos insensibles ante el mismo», abundaron.
Una veintena de familiares de asesinados por «torturas o violencia parapolicial de los Estados español y francés», entre ellos allegados de Santi Brouard, Alfonso Isasi, Joxean Lasa o José Miguel Beñaran, ‘Argala’, dieron ayer a conocer una declaración en Bilbao. Aunque insistieron en que de momento no integran ninguna asociación, el grupo emplazó al resto de familiares a unirse a ellos. «Empezaremos a juntarnos, a hablar con la gente y ya veremos qué pasos damos», señalaron Karmen Galdeano e Idoia Muruaga, familiares de Javier Galdeano, asesinado por los GAL, e Igor Angulo, miembro de ETA que se suicidó en prisión.
Su objetivo es el de reivindicar la memoria de sus allegados. Según criticaron, durante estos últimos años han sido «varios cientos las personas muertas y miles las personas que han sufrido en sus carnes la tortura y la represión», en línea con la cifra que la izquierda abertzale ha empezado a difundir tras el cese definitivo de la violencia de ETA. «El Estado con sus leyes prohibicionistas pretende ocultar estas realidades, sus nombres, sus fotos, intentando así evitar su recuerdo. Pues bien, eran nuestros seres queridos, y estamos aquí para reivindicar sus nombres con dignidad y claridad», subrayaron.
Reconocimiento del otro
Los familiares reconocieron que «ha habido y sigue habiendo mucho sufrimiento a consecuencia del conflicto». «A pesar de las distancias y de que nuestra versión de la historia y de los hechos ocurridos sea muy distinta, no nos es ajeno comprender los sentimientos de quienes han perdido a un ser querido», señaló Muruaga. A su juicio, las bases para una verdadera convivencia en paz parten del «reconocimiento del otro, del diferente, incluso del opuesto» para construir una «realidad incluyente en la que quepamos todos».
Por ello, consideraron «incorrecto» imponer un relato «único», convencidos de que «a este pueblo se le debe una verdad completa». «Es del todo injusto pedir a ETA el reconocimiento del daño causado y al mismo tiempo ocultar las también dramáticas consecuencias causadas por la violencia de Estado», insistieron. Los familiares dijeron no pedir «ni dinero ni venganza», solo «una solución democrática».
EL CORREO, 27/11/11