Aunque la lista de la ilegalizada Batasuna ha conseguido 115.000 votos en la Comunidad Autónoma Vasca y 22.000 en Navarra, quedaron atrás los tiempos donde el izquierdismo distraído y los votos antisistema le servían para auparse a Estrasburgo: en el resto de España han conseguido 38.000 votos, cuando en 1987 HB obtuvo 39.692 sólo en Cataluña.
La participación en España ha sido ligeramente superior a la media de la UE y similar a la registrada en los comicios de 2004, lo cual puede considerarse como un éxito notable, dado el nivel de la campaña. Si así votan los españoles (y las españolas, claro) cuando se les pide el voto con maneras tan lamentables, habrá que ver los extremos de civismo a los que podríamos llegar si se nos invitara a participar de manera razonada y razonable. A partir de estas premisas, puede entenderse que la vicepresidenta De la Vega calificara de «muy digna» la participación.
No había muchas dudas sobre los resultados, prácticamente clavados en la mayoría de las encuestas: el PP aventajaría en un par de escaños al PSOE. No en todas, claro, pero nadie se tomó en serio la del CIS desde que pronosticó una participación muy próxima al 80%. El PP ha superado al PSOE en 3,75 puntos y casi 600.000 votos. Rajoy ha superado la incertidumbre sobre su liderazgo que ayer mismo a pie de urna vaticinaba Pepe Blanco.
Uno de los puntos de interés estaba en opciones menores. La primera, saber si la enésima lista instrumental del entorno etarra conseguiría llevar al dramaturgo Alfonso Sastre a Estrasburgo. No ha sido así.
Aunque ha conseguido 115.000 votos en la Comunidad Autónoma Vasca y 22.000 en Navarra, quedaron atrás aquellos tiempos donde el izquierdismo distraído y los votos antisistema le servían de pedestal para auparse al Parlamento de Estrasburgo. Valga como elemento de comparación que en el resto de España consiguieron 38.000 votos. En las elecciones de 1987, HB obtuvo 39.692 votos sólo en Cataluña, no hace falta decir más.
Las imágenes televisivas de los dos partidos no dejaban lugar a dudas sobre quién llevó la parte dulce y quién la amarga en el escrutinio de los votos. Dijo, y lo hizo con propiedad, Mayor Oreja que el PP ha ganado las elecciones en España y en Europa. «El problema no es lo que piensan, es lo que van a votar», sentenciaba el inefable vídeo de campaña del PSOE en el que caricaturizaba a los votantes de la derecha europea como un camarero que expresaba su convicción de que los inmigrantes le quitan su puesto de trabajo, un cura negando que en Europa haya sitio para más de una religión, una circunspecta dama francesa que afirmaba creer en la pena de muerte. Otra, británica, era partidaria de la privatización de la Sanidad, un campesino italiano negaba el cambio climático, un joven neonazi alemán gritaba que la homosexualidad es una enfermedad y un empresario español creía en el despido libre.
Es difícil identificar a los del vídeo en la Europa política que sale de estas elecciones. La dama francesa que pide la pena de muerte, ¿será por ventura Carla Bruni? ¿El hijo de Merkel un homófobo neonazi? ¿Y el español que proclama su fe en el despido libre? Llegados a este punto, deberían saber que hoy, en España, en el quinto año de la era Zapatero, existe de facto el despido libre. El juez que dicta despido improcedente ordena readmitir y, alternativamente, fija el número de días de indemnización que debe recibir el trabajador despedido.
Santiago González, EL MUNDO, 8/6/2009