SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
Anoche se confirmaron todas las expectativas que sobrevolaban las encuestas del CIS. No se hacían para reflejar la realidad, sino para crearla. Todos los sondeos acabaron coincidiendo con los suyos y la realidad fue peor para los tres partidos en los que se repartía la derecha. Los populares perdieron más de la mitad de sus escaños, Vox quedó muy lejos de todas sus expectativas y de los temores que el PSOE había difundido durante la campaña, quién lo iba a decir a la vista de su éxito indiscutible en sus convocatorias. Ciudadanos ha obtenido unos resultados excelentes, aunque no hayan alcanzado, era una tarea imposible, los sueños que Albert Rivera expuso durante los debates televisados: no ha conseguido dar el sorpasso al PP. Unidas Podemos y Podemas ha sido el partido más castigado por las urnas después del PP, aunque han quedado por encima del desplome que les vaticinaban las encuestas. La división de la derecha ha sido un regalo inapreciable para Sánchez que va a revalidar su permanencia en La Moncloa sin necesidad de renovar el colchón.
Uno de los hechos más sorprendentes de la campaña que desembocó en los comicios de ayer es que Sánchez y sus correligionarios habían debido de llegar a la conclusión de que Franco había muerto, de ahí que fuera sustituido en la campaña por el temor a la extrema derecha. Se ha visto que la derecha, unida o por separado, era un tigre de papel. La suma de los escaños populares y los de Vox, quedan muy lejos de los 137 diputados que formaron el grupo popular en el Congreso durante la legislatura pasada. Habría que sumar los grandes resultados de Cs para rebasarlos.
¿Y ahora qué? En primer lugar, incertidumbre. Nadie se va a mojar hasta después de las elecciones que vienen en mayo: locales, autonómicas y europeas. En segundo lugar y aunque con algo de retraso, la formación del Gobierno va a ser coser y cantar para Pedro Sánchez. Puede gobernar con Pablo Iglesias y la abstención de Esquerra Republicana en la segunda votación que comprará con el indulto para los golpistas catalanes. Queda la posibilidad de que el PSOE rebase la mayoría absoluta con Ciudadanos, lo cual tiene dos inconvenientes: la reiteración con que Albert Rivera ha insistido en que la gran cuestión nacional era echar al doctor Sánchez de La Moncloa y la escueta negativa de éste durante el segundo debate electoral a gobernar con Ciudadanos. Esta opción no sería posible hasta después del mayo electoral, aunque la palabra empeñada por ambos no les va a condicionar demasiado a ninguno de los dos. Menos a Sánchez, claro, pero Rivera con un horizonte electoral despejado por delante, podría hacer un esfuerzo por ahorrar a los españoles la presencia de Pablo Iglesias en el Gobierno y el indulto que sería el precio mínimo de los Rufianes. La posibilidad más real parece la que anunció Sánchez en la prensa amiga. Puede quedarse con la vicepresidencia de Carmen Calvo, aunque ya puestos, el doctor Plagios podría hacerlo ministro de Economía. Total, ¿a él qué más le da? Después de la moción escribí que echaríamos de menos a Rajoy. También le van a añorar en el PP cada vez que piensen en los resultados.