Antonio Pérez Henares-El Debate
  • Pero ahora, al terminar la vista, concluidas las declaraciones de los testigos y del procesado que se negó a contestar las preguntas de la acusación, la percepción ha cambiado. No en el sentido de que ahora se proclame lo contrario, sino que la presunción de que esto estaba ya decidido se ha disuelto como un azucarillo en agua hirviendo

Antes del comienzo del juicio contra el fiscal general del Estado, los aspersores periodísticos conectados con las terminales monclovitas comenzaron a extender la especie de que el asunto estaba ya de antemano zanjado. «Tú y yo sabemos que lo van a absolver». No solo eso, sino que afinaban aún más: «cuatro a tres» iba a ser el resultado de la «votación» de los magistrados del Tribunal Supremo que han de decidir. «Ellos» ya lo sabían y lo afirmaban con tan impostada seguridad que hizo fortuna hasta convertirse en cantinela de quienes deseaban tal conclusión.

Pero ahora, al terminar la vista, concluidas las declaraciones de los testigos y del procesado que se negó a contestar las preguntas de la acusación, la percepción ha cambiado. No en el sentido de que ahora se proclame lo contrario, sino que la presunción de que esto estaba ya decidido se ha disuelto como un azucarillo en agua hirviendo. No hay prueba mejor ni mayor que las sobreactuaciones que al respecto han comenzado a proliferar tanto desde la pajarera mediática afín como en los kikirikís del gallo del corral. Sánchez lleva unos días que no deja de cantar, del alba al anochecer, y con ello lo que indica es que está un tanto alarmado de lo que puede acabar por madrugarle a «su» fiscal.

A lo largo de estas dos semanas lo que ha empezado a construirse, ladrillo a ladrillo y baldosa a baldosa ha sido una senda encajonada que acaba por llevar a una única ubicación y a una persona como motor primero y principal, tanto del inicio, la exigencia perentoria y urgente de la remisión del documento, como de su puesta en selectiva circulación y el zafarrancho de combate del dictado y difusión ya a calzón quitado de lo que de manera oculta se había perpetrado. Y es Álvaro García quien aparece inequívocamente como el mariscal de campo al frente de la operación.

Pero esto no pasa tampoco de ser una apreciación. Porque ahora es la hora de que los jueces, los siete jueces de máximo rango de nuestra cúpula judicial, emitan su dictamen y su sentencia. Y esto no está ni dictaminado aún ni tampoco juzgado. Son magistrados del más alto nivel y solvencia y han de considerar todo lo aportado e incluso lo que se ha destruido y borrado. Todos los indicios, todo lo que puede considerarse probado y lo que ofrece duda. Todo va a irse poniendo en la balanza de la ley. Que nadie les cuente el cuento de que esto ya está rematado. No. Está visto para sentencia, pero esta todavía no está echada por mucho que digan saberla los listos. Yo creo que a día de hoy no lo saben siquiera ni esos siete magistrados en cuyas manos está el futuro del procesado y algunos creemos también qué buena parte de nuestra democracia y nuestra nación.