Del blog de Santiago González
Cumplía ayer nuestra Constitución 42 años y con tal motivo se celebraba en el Congreso la fiesta fría de su aniversario. Por el clima y también por el ambiente. El portavoz de Podemos, Echeminga Dominga, también llamado ‘Perfectus Detritus’ estuvo cumbre una vez más al descubrir que el Rey emérito hizo una confesión al iniciar consultas con la Agencia Tributaria para regularizar su situación fiscal. También pudo decir: “¡qué grande el padre del Rey! Le ha copiado los truquis con Hacienda a mi camarada Monedero”. Fue muy llamativo que en las comparecencias de los líderes, un periodista, -siempre el mismo, por la voz-, preguntaba por el emérito. Incluso cuando el compareciente hablaba de Felipe VI, repreguntaba: “¿Y su padre?”. Es el tradicional respeto hacia los padres, “mi señor padre”, decía el hijo del frapero para referirse al suyo.
Pedro Sánchez la definió como “el mayor logro de nuestra historia colectiva”, en la la única definición política del presidente que podemos asumir los constitucionalistas de siempre. No los sobrevenidos, como su número dos en el partido y en el vicio de mentir, José Luis Ábalos, que recordaba el imposible haberla votado a los 18 años. Le faltaban tres para poder votar aquel 6 de diciembre.
También mostraban interés los periodistas por los chats que se han cruzado entre sí unos militares jubilados preñados de amenazas inocuas. Es de suponer que el hijo del frapero no les dio mucha importancia. Él metió en su lista electoral a un tal Adolfo Ranero Serrano, que tuiteaba públicamente: “Pues si quieren guerra la tendrán. Ahora, que va a ser sin piedad. Si se desata una guerra civil debemos exterminar sistemática y totalmente a todo miembro y votante de Vox, C’s o PP. Han empezado ellos, esto es, simplemente, autodefensa legítima”.
Llevar armas y opinar sobre el tema son actividades incompatibles, pero el Moños no concibe esa razón. La ventaja de la Revolución francesa frente a la americana es que esta no tenía guillotina. Lo único que le parece admirable del american way of life es el derecho a llevar armas y tenía al black panther party como un ejemplo de construcción de una comunidad.
Por eso a él le gusta Melenchon, un tipo que dice: “voy a hacer desfilar al Ejército francés para que los mercados se atengan a las consecuencias, me causa simpatía. Me gusta quien dice a los mercados: ‘cuidado, ahora las pistolas las tengo yo’”. Como le producía emoción ver a los suyos patearle la cabeza a un guardia, uno de esos matones “al servicio de los ricos”, según dijo, antes de que el jefe indigno de los guardias le pusiera dos docenas para vigilar su casa. Este tipo es el socio fuerte del falsificador y es una falsificación en sí mismo. Le da igual ocho que ochenta y tirarse a metro que a la taquillera. “Somos tan españoles como cualquiera”, dice con la misma convicción con la que decía: “Yo no puedo decir ‘España’”. Ayer llamaba a la Constitución ‘el candado del 78’. Hoy es el hombre fuerte de un Gobierno que califica de constitucionalistas a ERC y a Bildu y descalifica como tales al PP, C’s y Vox, mientras anuncia que la República llegará más pronto que tarde. Ayer tenía uno la sensación de que estaba celebrando la Constitución por última vez. ¿Viva la Constitución? Viva, pero es un deseo melancólico.