Miquel Giménez-Vozpópuli
Okupas, bandas criminales, atracos, duelos a machete en la calle, grupos radicales violentos. La gente se pregunta por qué se tolera
En su libro La Mafia se sienta a la mesa, Jacques Kermoal y Martine Bartolomei hablan de la aldea siciliana de Piana dei Greci, rebautizada posteriormente como Piana degli Albanese, a una hora de Palermo, y del que fue su alcalde durante décadas, Don Cuccio Cuscia. Igual recibía al rey Vittorio Emmanuelle, a Benito Mussolini o, una vez ocupada la isla, al jefe del ejército de ocupación de los Estados Unidos, coronel Poletti. En todos los casos hubo una gran recepción, una comilona desaforada, el discurso paternalista de Don Cuccio, que no permitía hablar a nadie, y, como colofón, los gritos de la concurrencia que, entusiasmada, vociferaba “¡Viva Don Cuscia, viva la delincuencia!”.
Libro que les recomiendo porque en él encontrarán, al margen de suculentas recetas sicilianas, cómo la Democracia Cristiana y el cardenal Ruffini aceptaban las listas de candidatos a las elecciones dictadas por la mafia, o cómo se conspiró para asesinar al general Dalla Chiesa o al mafiosi Lucky Luciano bajo las narices de la policía; sabrán que Sinatra tuvo que humillarse ante el todopoderoso capo Don Giuseppe Genco Russo, que llegó a tratarlo de speranzaritu, apodo despectivo del siciliano que se ha ido de su tierra. Excuso decirles que políticos, jueces y fuerzas del orden no quedan muy bien. Porque si existe la mafia es porque se la tolera, se la protege, se la utiliza, como en la invasión de Sicilia, controlada desde Estados Unidos por Luciano, que puso a su organización al servicio del ejército. Hay que señalar que Mussolini había combatido a muerte a dicha organización. Los capos no son idealistas. Son negocios, no es personal.
Alguno dirá, bueno, ¿y qué? En España no existe la mafia, no hay capos ni crimen organizado. La realidad, sin embargo, indica todo lo contrario»
Alguno dirá, bueno, ¿y qué? En España no existe la mafia, no hay capos ni crimen organizado. La realidad, sin embargo, indica todo lo contrario. Las mafias que se llevan miles de euros organizando redes de pisos ocupados, cobrando tanto del okupa cuando se instala como del propietario cuando se marcha, son una realidad. Las mafias de la droga, de la falsificación de productos de marca, o las que trafican con emigrantes desde el áfrica subsahariana hasta llegar a España, y que luego siguen extorsionándolos poniendo a las mujeres en la calle a prostituirse, o las que se organizan para robar en grupo a los turistas, o las que fingen vender de latas por la calle para encubrir la venta de droga, todo eso existe. Entonces, se dirán ustedes, ¿por qué nadie mueve un dedo? ¿Por qué nuestras leyes parecen amparar al ladrón y no a la víctima? ¿Por qué es tan difícil echar a un okupa de tu casa? ¿Por qué todos tienen la tarjeta de determinados abogados y saben a quién llamar si los pillan?
Se lo diré: la delincuencia se organiza y si no recibe una enérgica respuesta sus raíces arraigan rápidamente. Muchas organizaciones criminales han cambiado sus centros operacionales en Marruecos, Rumanía o el sur de Francia para instalarse en Madrid o Barcelona. Aquí se saben impunes. La policía tiene las manos atadas, los jueces no pueden más que aplicar leyes absurdas y cuando Abascal dice que a los okupas hay que echarlos de una patada en el culo se le echan encima. De mi amigo Albiol, ni les cuento, Ha sido tachado de xenófobo simplemente por luchar contra la delincuencia.
Existe colusión entre ciertos políticos y el crimen que azota a la gente corriente. ¿Por qué en Barcelona algunos se han negado a abrir una oficina anti okupas dependiente del ayuntamiento? ¿Por qué se mira con buenos ojos a esos delincuentes? ¿Qué hay detrás del Refugiees Welcome? ¿Por qué, siguiendo con mi ciudad, no se procede contra los narco pisos del Raval, de Nou Barris? Lo mismo en Madrid o en Sevilla, por citar solo dos casos más, con barriadas enteras en las que imperan los clanes de las drogas y el crimen. La delincuencia se mofa de la ley, cada día más conculcada, y saben que poco o nada ha de pasarles.
Lo más honrado es imitar a los sicilianos y cuando ciertos políticos vayan a según qué sitios recibirlos con un ¡Viva la delincuencia! Pero qué digo, en las Vascongadas ya reciben a los etarras como a unos héroes diciendo Gora ETA. El imperio del crimen.