VÍCTOR DE LA SERNA, EL MUNDO 14/09/13
· Mientras algunas voces reclaman una toma de posición firme del Gobierno central frente al avance del separatismo, los periódicos más próximos al PSOE y al PP piden negociación, y los principales diarios de Cataluña exigen que Madrid se rinda a la evidencia de que los catalanes quieren una «consulta».
Como José Manuel García-Margallo fue quien tomó la palabra desde el Gobierno, Hermann Tertsch se indignaba en ABC: «Ya sería prudente que el ministro de las cosas de fuera callara respecto a estas cosas de dentro. Pero además hemos comprobado ya que, a la hora de hablar de Cataluña, poca gente se equivoca más al elegir las palabras. (…) Nos dice que la cadena humana «ha sido un éxito». «No, señor ministro. La megasardana fue organizada con la falaz pretensión de denunciar ante el mundo no se sabe qué falta de libertades y de exigir a los españoles y su Gobierno que se avengan a la traición y ayuden a destruir la patria de sus ancestros pero también de nuestros descendientes».
Pero en otros medios se iba por otro camino. Así, El País, filosocialista, en un editorial: «El Gobierno autónomo, cuando esporádicamente gobierna, enfoca el proceso no para todos, desde la mínima imparcialidad exigible ante una ciudadanía que se quiere plural. Lo hace escorado hacia una parte, la más visible y activa de la población. (…) Esta defectuosa dinámica es en gran medida tributaria del inmovilismo del Gobierno central, pues no plantea otra alternativa al secesionismo que una involución autonómica con algún perfil neocentralista. De seguir los dos Gobiernos implicados sin asumir el imperativo de encauzar políticamente emociones y reivindicaciones, el problema no hará sino agravarse».
Así, La Razón, progubernamental: «Por muy efectistas que resulten las apelaciones al maximalismo y a las soluciones radicales, importa mucho más mantener la cabeza fría, que es lo que a nuestro juicio está haciendo el Gobierno de la nación, sin entrar en la provocación, en ese cuerpo a cuerpo tramposo».
Desde Cataluña, Antón Losada se quejaba en El Periódico: «Si el Eurogrupo tiene un problema con nuestra Constitución, se reforma antes del amanecer. Si millones de catalanes demandan cambios, se quedan a un paso de que les apliquen el Código Penal. Cataluña quiere votar y decidir. Hay que estar muy ciego para no verlo. Oponerse a una demanda tan clara y mayoritaria es perder el tiempo o invocar la desgracia. Cuanto antes hable la gente, antes dejaremos de hacernos daño». ¿Y si no? Lo adelantaba Pilar Rahola en La Vanguardia: «El efecto bumerán será demoledor para la propia España. Y ello implica no sólo a Rajoy, cuyo partido está de uñas, sino también a una opinión pública muy contaminada por el anticatalanismo y a una oposición pétrea, con aprendices de inquisidor incluidos, estilo Rosa Díez».
Aparte de eso, ha habido de todo, incluidas boutades como la de Jorge M. Reverte en El País: «La libertad que exigía Luther King era para que los negros fueran iguales. Mas, para que los catalanes sean distintos. A lo mejor es que quiere que sean negros».
VÍCTOR DE LA SERNA, EL MUNDO 14/09/13