EL MUNDO 22/11/15
BIEITO RUBIDO
Todavía hoy París trata de asumir la tragedia de la semana pasada. La vida sigue por las calles de la capital francesa, pero en el corazón y el ánimo de sus ciudadanos permanece esa desazón que les impide desenvolverse como hace apenas diez días. Bruselas tomó ayer el testigo del sobresalto y del miedo. El devenir cotidiano de las urbes occidentales, con sus hábitos, horarios y serenas rutinas, se ve alterado por quienes pretenden volar el edificio de los valores que nos han traído hasta aquí tras miles de años de camino. Ayer, el Bernabéu sufrió también la anormalidad que el terrorismo acaba infligiendo. Al margen del resultado, no fue un clásico más. Ahora que desempolvamos nuestros abrigos, que las luces nos devuelven al hermoso ambiente de la Navidad y, de alguna manera, nos reafirmamos en nuestras costumbres, hemos de demandar más que nunca que nuestra manera de ser y de hacer no se vea alterada por la barbarie yihadista. Que el calendario continúe marcando el paso de la normalidad. Por ejemplo, volver al fútbol.