Del Blog de Santiago Ginzález
Que hasta un reloj descompuesto acierta dos veces al día con la hora es una sentencia irrefutable que puede atribuirse varias paternidades. Una de ellas es Woody Allen en ‘Todo lo demás’. Un reloj averiado que acertó al menos una vez fue Juan Domingo Perón, santo que no es de mi devoción, pero que estuvo fino al sentenciar que “de todas partes se vuelve, menos del ridículo”.
Torra rechazó la propuesta de constituir la mesa el 24, “por razones de carácter personal y privado” de su agenda, decía la carta de Torra. Es una razón sorprendente, pero plausible. Si es que se puede llamar agenda al calendario en blanco de las actividades de Torra Lliure. O sea, que cuando el doctor Sánchez propuso constituir la mesa el 24, muy bien pudo decir ‘de acuerdo’. Ni el pasado lunes, ni ningún otro día de la semana tenía ningún compromiso de fuste. Pero el doble de luces de Puigdemont no va a perder una sola ocasión de mojarle la oreja a su alter ego de Madrid. Mal empezamos si la primera reunión se fija de manera unilateral, vino a decirle el tipo que quiere fijar unilateralmente la ruptura de la unidad constitucional de España.
O sea que el 24 no, el 26. Si recuerdan los anuncios esto iba a ser una negociación entre gobiernos, ayer mismo lo llamaba así una nota de la Generalidad a las tres de la tarde. Bueno, pues tampoco. En la parte sanchista de la mesa van a tener asiento dos gobernantes podemitas, el vice Iglesias y Manuel Castells y un ministro del PSC. Tres hombres que estarán de acuerdo con los ocho participantes de la otra parte de la mesa en el derecho de autodeterminación. “Son 11 contra 5”, dirá Sánchez. “Nos rendimos”.
La banda separatista tiene una composición curiosa. No es propiamente gubernamental. Solo hay tres consejeros, dos de ellos de ERC. Los otros cuatro son Jové, el diputado de ERC que está imputado tras haber sido el artífice del referéndum ilegal. El propio Torra es un gobernante inhabilitado. Sentarse a negociar con imputado un por golpista no es algo que avergüence mucho a Sánchez por falta de materia prima. Su vicepresidente Iglesias apoya negociar, no solo con un imputado. Él se mostraba dispuesto a hacerlo con un golpista condenado en firme en la cárcel donde cumple condena. Se puso pedagógico y dijo que si Casado fuera a parar a la cárcel, sería partidario de negociar con él, lo que apenas esconde cuál es el lugar en el que este vicepresidente demediado quería tener a la oposición si pudiese.
Ni en la parte sanchista de la mesa ni en la torrista hay una presencia que represente a los ciudadanos catalanes por la unidad de España. El Gobierno de España ha hecho suya la monstruosa sinécdoque de que adolece la mesa. Negociar con Cataluña es negociar con la parte separatista de Cataluña. Y en la parte ‘española’ de la negociación viene a pasar lo mismo.
Torra ya ha avisado de que va a imponer un orden del día “de complicada digestión para el Gobierno”, seguramente amnistía y autodeterminación. Y plantearán el relator para elegirlo, un suponer, en la segunda cita. “De ahí no vuelves”, le diría Perón a Sánchez, pero a nuestro presidente no le importa. Ha probado el ridículo y le gusta.