Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 28/8/12
“Volverán los que nunca se fueron” cantaba una de las muchas versiones requeté del Cara al Sol, cuyo título fue Cara al Sol, al Sol que más calienta, que me vino a la memoria en cuanto López convocó a elecciones. Volverán los del PNV a mandar, que nunca, de hecho, dejaron de hacerlo mediante sus frecuentes visitas a Zapatero en La Moncloa. Por ello, quizás tenga aún más mérito el aguante de López, pues hubiera sido imposible este final de ETA, a pesar del inasumible precio del éxito de Bildu, con un PNV soberanista en Ajuria Enea. Si embargo, él mismo debilitaba su mérito al suscitar siempre el estigma de estar en precario, en el sitio que no le correspondía, confirmando esta pose la aceptación complacida de la cultura nacionalista a la espera de la vuelta del amo. Por citar a Onaindia, esta vez con fidelidad, recordemos la crítica de sindicalista que realizaba a su propio partido, el PSE, por acabar siempre pensando que el amo de la fábrica era el PNV.
El PNV, sencillamente, volverá porque todos quieren que vuelva. Una vez introducido en el terreno de juego electoral Bildu vuelve el PNV a ser necesario, retorna a aquella privilegiada centralidad otorgada en Madrid desde la Transición como dique frente al nacionalismo radical. Solo cuando éste al ser ilegalizado estuvo fuera de juego el PNV perdió el poder. Ahora el PSOE desea que vuelva, no sólo por una posible alianza de gobierno con él, sino por una alianza contra el PP, tras una cierta aproximación ideológica y porque la legislatura le ha agotado. El PP de Rajoy, sentado en La Moncloa, también lo desea, mostrando las mismas debilidades hacia el nacionalismo moderado que tuviera Zapatero, atracción epidémica en los presidentes que sólo desapareció en el segundo Gobierno de Aznar. Y la propia Bildu, que piensa que es demasiado pronto y enorme el reto de encontrase con el Gobierno del país, prefiriendo desde la oposición arrastrar al PNV hacia el soberanismo. Este cruce de voluntades le permitirá al PNV gobernar en minoría. Ni Fernando VII fue tan deseado.
Pero todo se puede venir abajo si fuera Bildu la opción más votada en este momento de depresión en el que los partidos clásicos se encuentran todos concernidos por la calamitosa crisis económica. Como en una parodia de lo sucedido en los años treinta ante el crack económico y el victimismo ideológico en Alemania, un movimiento como el nacionalismo radical que representa Bildu puede perfectamente hacerse con el poder en Euskadi, y, como entonces, la derecha moderada, el PNV, no osará ponerle límite por no contaminarse en un democrático frente contra la aventura nacional y socialista. Si así ocurriera el plan basura pasará de Guipúzcoa a toda Euskadi y entonces entraremos, de verdad, y definitivamente, en una nueva época, que se llamará la de la Nueva Euskal Herria. Un punto final demasiado funesto y de desprestigio para el mandato socialista en Euskadi. Los que no volverán, ni a votar, fueron los que se marcharon por causa de ETA.
Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 28/8/12