EL MUNDO 24/09/13
SALVADOR SOSTRES
Si Esperanza Aguirre fuera presidenta de la Generalitat ya seríamos independientes y si fuera presidenta del Gobierno ya no quedarían independentistas porque la inmensa mayoría podrían sentirse perfectamente cómodos en una España próspera y libre, que hiciera sus inversiones con criterios económicos y no políticos, ni mucho menos identitarios, y que dejara en paz al individuo en su esfuerzo por sobrevivir y ser feliz.
Si Cataluña consigue su independencia tiene a unos líderes con un proyecto de país tan deficitario y obsoleto que, aun dando por buenas las cifras más tremendistas del España nos roba,el colapso y la bancarrota serían su único destino.
Si España consigue retener a Cataluña y no implosionar como Estado, tiene a unos líderes con un proyecto de país tan caduco y casposo que sólo la quiebra y el atraso serán el pan nuestro de cada día.
El gran debate es entre mediocridad y calidad, entre socialdemocracia y libertad, entre la devastación de la siniestra maquinaria y el vigor del individuo. El gran debate es el de la emancipación de la persona sometida a la tenebrosa miscelánea de lo subvencionado.
Cataluña y España pueden continuar peleándose como dos viejas folclóricas, con su intercambio de esperpentos y de fantasmas, pero hasta que surja un líder capaz de inspirar virtud y rigor, excelencia y deseo de un mundo mejor, estaremos dando vueltas a una misma miseria, juntos o por separado.
La todavía presidenta del PP de Madrid es la única política española que tiene una idea moderna de la libertad, que entiende las condiciones que el individuo necesita para competir y crear riqueza, y que podría liderar la revolución individualista que España necesita. Desinfectarla de intervencionismo, rescatarla de la atrofia que genera la subvención y devolver a los ciudadanos las riendas y el vértigo de sus vidas.
Porque para encontrar trabajo, y encontrarlo rápido, necesitas volver a sentir el pavor de quedarte sin nada. Para entender que estás hecho de deberes es imprescindible que sepas que todo depende de tu empeño y que nadie vendrá a salvarte.
Creo en la caridad pero siempre en ultimísima instancia. Caridad significa amor y es quererte bien obligarte a intentarlo tú solo, y empujándote a que te responsabilices hasta las últimas consecuencias de todos tus actos. Sólo así serás cuidadoso y conservarás tu empleo, evitando las casi siempre evitables bajas laborales, renunciando a los días personales y entendiendo que tu jornada no acaba cuando se hace la hora sino cuando terminas tu trabajo, cuando el último cliente se va aunque haya llegado tarde, cuando estás sinceramente seguro de que por hoy no puedes hacer más.
Es así como la Humanidad se afirma en su prevalencia, y Esperanza lo sabe. La callejera euforia de los proyectos colectivos suele esconder una abismal dejadez individual y son ejércitos de individuos que buscan culpables externos para justificar el fracaso de sus pobres vidas.
Cataluña y España navegan hacia un mismo hundimiento. De momento, juntas. Si se separan llegarán antes, pero con estos líderes y con esta socialdemocracia la tragedia es igual de inevitable.
Sólo siendo verdaderamente libres podemos llegar a mejorar. El Hombre tiene que volverse a levantar.