Manuel Arroyo-El Correo

  •  Sánchez emplea tonos muy dispares con las propuestas migratorias que rechaza en España y en una UE que ha dado un volantazo a la derecha

En una Europa que ya estaba inclinada hacia la derecha, el crecimiento de formaciones ultras dentro de ese espectro a medida que inoculaban con éxito entre la ciudadanía recelos hacia la inmigración ha hecho girar la política de la UE en ese terreno. Hasta el punto de incluir paulatinamente sin escrúpulo alguno acciones rechazadas con anterioridad por contrarias a los valores fundacionales de la Unión. El millonario acuerdo con Turquía para que ejerza de guardián que frene la llegada a los países comunitarios, aun cuando en esa tarea viole derechos humanos como acaba de demostrar una investigación periodística sin que Bruselas haya movido ni una ceja, es una buena prueba de ello. Como los controles de fronteras reinstaurados en una Alemania gobernada por los socialdemócratas y con la extrema derecha en pleno auge.

El traslado a centros de deportación en Albania de solicitantes de asilo detenidos en Italia, que ayer sufrió un varapalo de la Justicia, va todavía varios pasos más allá, pero responde a la misma lógica: invisibilizar el problema a ojos de la población aunque sea a costa de pisotear la dignidad de las personas y de tensionar al máximo el respeto a los principios del Derecho Internacional. La UE no ha puesto impedimento alguno al polémico plan de Giorgia Meloni, que ven con buenos ojos no solo líderes conservadores, sino la primera ministra danesa, la socialdemócrata, Mette Frederiksen. También el laborista británico Keir Starmer. Una prueba de que este asunto traspasa barreras ideológicas.

Es más: la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha planteado la posibilidad de que la Unión imite la iniciativa. Una opción que convierte a la líder neofascista en el faro de la Unión en ese ámbito -ver para creer- y que cuenta con un apoyo mayoritario entre los gobiernos. Fiel a su discurso al respecto, el de España se ha pronunciado inequívocamente en contra.

¿Votará el PSOE la reelección de una presidenta de la Comisión que apoya el plan de Meloni?

No sorprende esa actitud de Pedro Sánchez. Sí la forma en la que la ha expresado, que nada tiene que ver con los términos en los que discurre este debate en la polarizada política nacional. «Está en juego, en último término, qué Europa queremos ser: una Europa próspera y abierta o una Europa cerrada», ha señalado tras defender una migración «regulada y responsable» y abogar por «soluciones equilibradas». Por esgrimir propuestas que pueden ser muy discutibles, pero no llegaban ni por asomo a los extremos planteados en Bruselas, el presidente ha repartido carnés de «xenófobos», «fascistas» y «racistas» entre dirigentes de la oposición, a los que ha situado entre la escoria y negado la condición de demócratas. El tono que ha empleado en este caso nada tiene que ver. Curioso.

¿En qué se va a traducir el rechazo del Gobierno al giro radical en política migratoria que se vislumbra en la Unión? Por ejemplo, ¿los eurodiputados del PSOE apoyarán dentro de unas semanas la reelección de Von der Leyen pese a proponer centros de detención fuera de la UE como los impulsados por la ultraderechista italiana? ¿O, una vez asegurada una importante vicepresidencia para Teresa Ribera, no lo consideran un asunto de la suficiente gravedad como para que se replanteen su voto? ¿Vetará Sánchez un hipotético acuerdo de ese tipo en el Consejo Europeo? ¿Lo de las «soluciones equilibradas» vale para la Unión, pero no para el debate nacional en un asunto de Estado que ha sido irresponsablemente convertido en arma partidista arrojadiza? ¿Explica eso que Von der Leyen se haya visto excluída de los desaforados ataques que recibió Alberto Núñez Feijóo por alabar los resultados de Meloni en migración? Y, por último, el líder del PP, cuya torpe estrategia de oposición es uno de los mejores asideros del Ejecutivo, ¿se apartará en algún momento del griterío que lo rodea y asumirá por fin la irrenunciable necesidad de pactar con el Ejecutivo el reparto entre las comunidades de los migrantes hacinados en Canarias?