Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 1/9/12
La democracia y sus buenos gestos nunca satisfarán la voracidad de la izquierda abertzale. Conseguida la libertad condicional de Uribetxebarría «por razones humanitarias», que no por imperativo legal; ahora exigen su inmediata puesta en libertad, independientemente de que la Fiscalía recurra el auto del juez Castro o no lo haga. Para lograrlo, su defensa presentó ayer por la mañana un escrito ante el órgano judicial competente, alegando la ilegalidad que supone el hecho de que su cliente permanezca detenido durante el plazo que tiene el Ministerio Público para apelar, porque en su opinión, el juez se ha arrogado una potestad que no le corresponde. Y lo denunció ante los partidarios del torturador de Ortega Lara, la asociación de apoyo a los presos Herrira, entre otros; que se concentran diariamente a las puertas del Hospital Donostia. Allí «despachan» con los medios de comunicación en lo que supone, de hecho, una campaña de publicidad. Además, la plataforma de apoyo a los presos de ETA hizo gala de su insaciabilidad y exigió la libertad de otros 13 presos de ETA que, desde su punto de vista, también están enfermos «graves», aunque en algunos casos la enfermedad es «migraña» o un cáncer de mama ya superado.
En una acción dramática, retiraron de los carteles con los nombres de los reclusos el de Uribetxebarría, su primer triunfo. Esta asociación defiende que «la paz en este país también consiste en acabar con estas situaciones límite y dar una solución a la existencia de cientos de presos y refugiados». Y en medio de esta situación surrealista en la que los etarras y sus acólitos hablan de «inadecuadas condiciones carcelarias» o «falta de respeto a los Derechos Humanos por parte del Gobierno», sólo las víctimas se acuerdan de los casi mil españoles que estarían felices de poder soportar las inadecuadas condiciones carcelarias con tal de estar vivos o de que quienes exigen el respeto a la legislación son los asesinos de los familiares de las víctimas. Por eso, las distintas asociaciones de víctimas valoran negativamente la excarcelación del etarra y creen que, por lo menos, debería haber mostrado su pesar por las aberraciones cometidas, en lugar de esa actitud chulesca y arrogante.
Carmen Gurruchaga, LA RAZÓN, 1/9/12