Ignacio Camacho-ABC
- Lo que se ventila el 19-J no es tanto si habrá alianza de las derechas como su tamaño, la correlación interna de fuerzas
Los dirigentes de Vox pueden estar satisfechos: su partido se ha convertido en el eje de la campaña andaluza. El candidato del PSOE no habla de otra cosa -y casi más le vale porque su única propuesta hasta ahora ha consistido en… ¡recuperar el impuesto de sucesiones!-, sumiso a la estrategia impuesta por Moncloa. La extrema izquierda sigue, con alguna excepción sensata, la misma estela. Y hasta Juanma Moreno ha decidido entrar al trapo, quizá en busca de votantes de Cs y del PSOE, sugiriendo una repetición electoral antes que aceptar una coalición ‘a la castellana’. Que es justo el objetivo de todos los demás: el de Vox por razones obvias y el de Sánchez y aliados por blanquear sus propios pactos y por agitar el espantajo de la ultraderecha durante el resto del mandato.
De hecho, a tenor de maniobras tan estúpidas como el intento fallido de desempadronar a Macarena Olona, la máxima aspiración del bloque sanchista parece consistir en alzar a la candidata cunera hasta la vicepresidencia en vista de que las cuentas para reconquistar San Telmo no le salen en la más optimista de las encuestas.
La única idea coherente en este despropósito general ha partido, miren por dónde, de la cabeza de lista de IU-Podemos, Inmaculada Nieto, que ha sugerido «una reflexión» sobre la posibilidad de abstenerse para impedir que gobierne la formación que tanto detestan. Reflexión que acabará sin duda en rechazo pero que al menos refleja un signo teórico de congruencia. Queriendo o sin querer, Nieto ha anticipado la clave del proceso que seguirá al escrutinio, en el que con alta probabilidad el PP quedará a unos cuantos diputados de la mayoría absoluta. Como es previsible que Abascal y Olona se apalanquen en la decisión de entrar en el Ejecutivo a cambio del apoyo al presidente de la Junta, éste pedirá a los socialistas que si de veras desean cerrar el paso a su ‘bestia negra’ le faciliten a él la investidura. Tal vez incluso vaya a una primera votación para perderla y echarle a Espadas -maniatado en el ‘no es no’ por su jefe- la culpa. Y luego, ya con el relato construido, entrar con Vox en el tira y afloja de un acuerdo que evite la vuelta a las urnas.
Por tanto, y salvo sorpresa, lo que se ventila el 19-J no es tanto si habrá alianza de las derechas como su tamaño, la correlación interna de fuerzas. Aunque Moreno obtenga más parlamentarios que la suma opositora, no será igual que necesite cuatro o cinco escaños que ocho o diez para revalidarse en el cargo. En esa diferencia se dirimirán el peso, la influencia y el papel de Olona en el futuro Gabinete. La paradoja consiste en que el sanchismo trabaja a su favor, convirtiéndola en antagonista para agrandar sus expectativas. Porque de estas elecciones sólo le interesa obtener el argumento-consigna con el que defender a escala nacional una continuidad que a día de hoy también tiene perdida.