Francesc de Carreras-El Confidencial
- ¿Está creciendo el apoyo a Vox porque ahora le desean votar los indignados con los gobiernos de Sánchez desde la moción de censura a Rajoy?
Cuando Vox empezó a tener un cierto éxito electoral, allá por 2018 y 2019, un penetrante analista político, Iñaki Ellakuria, sostuvo con agudeza que se trataba de los «indignados de la derecha», a semejanza de los «indignados de la izquierda» que antes habían dado su apoyo a Podemos. Creo que tenía bastante razón, probablemente así era, toda acción suscita una reacción, tercera ley de Newton.
Pero, a fines de 2021, ¿está creciendo el apoyo a Vox porque ahora le desean votar los indignados con los gobiernos de Sánchez desde la moción de censura a Rajoy? Es también muy posible, y si así sucede el voto a Vox puede ir en aumento aunque el valor del voto útil al PP muchos lo tendrán en cuenta. Esto lo pensaba al ver y escuchar por YouTube el vibrante mitin de Santiago Abascal en el recinto madrileño de Ifema el domingo pasado.
No hay duda de que Vox tiene un líder sólido, el más apropiado para un partido de sus características, un líder que habla desde la convicción y aprovecha las debilidades del contrario para atacarle de forma implacable. Quizá los enemigos son otros, pero los adversarios son solo dos, el PSOE y el PP, en dicho mitin más el segundo que el primero: sabe que es allí debe buscar apoyos y votos.
Dicho esto, ¿cuáles son las características de Vox, qué pretende y hacia dónde va? En este último acto impresionaba su tono, su voz, la emoción que suscitaba entre sus partidarios, pero había pocas ideas, algunas, pero pocas, como suele suceder en tal tipo de intervenciones. Para comprender el sentido de sus palabras, hay que encontrar un marco más detallado y amplio: las 100 medidas que propuso Vox en 2018, aún vigentes. De estas medidas, se pueden extraer unos principios generales que nos permiten conocer qué es y que pretende Vox.
En primer lugar, se trata fundamentalmente de un partido nacionalista español, de un nacionalismo claramente identitario, muy parecido al de los partidos nacionalistas catalanes y vascos. España ‘über alles’ o España ‘first’, esto es lo que en castellano, naturalmente, se repite y se repite cualquiera que sea el tema del que trata Abascal: España por encima de todo, ante todo España. Aunque se respete la España constitucional, está hablando de los símbolos, la historia, la lengua, la tradición católica y hasta de la raza, en definitiva, una España mítica que condiciona nuestra personalidad y limita nuestra libertad individual.
Esta idea identitaria de la unidad de España tiene tres derivadas. Primero, preocupación por la inmigración, en especial —con varias alusiones en el mitin—, por los inmigrantes de cultura musulmana: no solo rompe la unidad religiosa, sino que es sospechosa de delitos y desórdenes públicos. Si hay inseguridad ciudadana, que pienso no la hay en grados de alta peligrosidad, la culpa es de esa inmigración. No se le reconocen, en cambio, los beneficios económicos que aporta como mano de obra trabajadora en labores a las que no están dispuestos los españoles de origen. La xenofobia y el racismo estuvieron presentes en el discurso de Abascal, también lo están en las 100 medidas.
Segundo, antieuropeísmo, si este se entiende en el sentido de ir construyendo la unidad de Europa siguiendo la huella de los padres fundadores (Monnet, Schuman, Adenauer, De Gasperi y Spaak) y que ha sido continuada hasta hoy por otros muchos patriotas europeos. Los nacionalismos de cualquier tipo son muy celosos de la soberanía de sus Estados y cualquier cesión de competencias les parece contraria a dicha soberanía. Tanto las 100 medidas como el mitin de Abascal son una muestra de euroescepticismo, de considerar que la Europa comunitaria debe ser únicamente un espacio económico de libre comercio, pero de ningún modo aceptan una Europa política, una Europa federal.
La tercera derivada afecta a la España de las autonomías. Las 100 medidas proponen suprimir las autonomías: una España centralizada con un solo Parlamento y un solo Gobierno. Es cierto que en algunos aspectos sería necesario revisar el funcionamiento de las comunidades autónomas y de su relación con las instituciones centrales del Estado. Pero el balance global de estos 40 años es claramente positivo: nunca España había tenido tantos años de prosperidad económica y de igualdad social, a ello no puede ser ajena la organización en comunidades. Tras las dificultades del desarrollo autonómico, sería insensato ahora volver atrás. Quizá por eso Abascal no dijo una palabra sobre ello en su mitin.
Tras el nacionalismo como eje central del discurso, hay que destacar otro aspecto que constituye el discreto encanto del discurso de Vox, en concreto, su decidida posición contra las distintas modas de la actual corrección política: la ideología de género, la legislación sobre memoria histórica, cierto animalismo —defiende Vox la caza y los toros—, la defensa del medio ambiente entendida como una religión. Se ha exagerado tanto sobre todo esto por parte de la izquierda oficial que ahí puede ganar votos Vox, y esta izquierda reaccionaria —como la ha llamado Félix Ovejero— se merece perder estos votos por desviarse de sus principios básicos de siempre: la libertad y la igualdad.
En cambio, considero que es pura demagogia la posición ‘antiestablishment’ de Vox al referirse con desprecio a las élites cosmopolitas mundiales y reivindicar una política internacional basada en el bilateralismo y no en el multilateralismo. De hecho, tal posición es producto también de su nacionalismo español, que le lleva a rechazar la globalización como un mal, sin tener en cuenta, por su miopía en la mirada, incluso los intereses españoles. Precisamente es en la globalización —un paso adelante de la humanidad— donde debe situarse España, dentro de Europa, si quiere tener una buena perspectiva de futuro. Más todavía cuando Vox defiende una economía abierta y ultraliberal en la línea de Thatcher y Reagan.
En conclusión, el ideario de Vox es una mezcla de populismo (soluciones simples a problemas complejos) y nacionalismo. Una ideología que está proliferando actualmente en Europa con un cierto éxito. Delante de él, en primera fila y como invitada especial, estaba sentada Giorgia Meloni, la estrella ascendente de la derecha populista italiana. Aplaudía complacida las palabras de Abascal. Allí no lo tiene fácil la señora Meloni, el presidente es Draghi, aquí en cambio el presidente es Sánchez. Vox puede crecer.