LA RAZÓN, 23/3/12
Los proetarras han intensificado los ataques y su dureza al no avanzar el «proceso»
MADRID-Un total de 33 acciones de lo que ETA denomina «lucha-X» e «Y», se han producido en el País Vasco y Navarra desde que la banda anunció, en octubre del año pasado, el cese armado definitivo, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas. Este tipo de delincuencia incluye la llamada «kale borroka» (lucha callejera), ataques contra las Fuerzas de Seguridad, sus familias e instalaciones; contra sedes de partidos políticos; quemas de banderas, etcétera.
Los que aún defienden el llamado «proceso democrático», pactado, a través de intermediarios, por nacionalistas y socialistas con ETA y su entramado durante la anterior legislatura, tratan de restar importancia a estos hechos, cuya gravedad subrayan las mencionadas fuentes.
Al fin lo reconoce
Hasta hace pocas fechas, el consejero de interior del Gobierno vasco, el socialista Rodolfo Ares, no ha reconocido formalmente la reanudación de la «kale borroka», aunque ha negado que esté organizada y la ha desvinculado de la llamada «Izquierda Abertzale» (Batasuna). La atribuye a «grupos de nostálgicos».
Los expertos consultados por este periódico opinan, por el contrario, que el terrorismo callejero no se puede desvincular de la banda, ya que responde a la estrategia que marcan en cada momento sus cabecillas para todo el entramado.
Según los datos que ha recopilado LA RAZÓN, este tipo de actividad delictiva tardó pocos días en ponerse en marcha, una vez anunciado por ETA el cese armado. El 7 de noviembre del año pasado, un grupo de individuos lanzaron, en Pamplona, objetos contundentes, huevos y clavos contra una furgoneta electoral del Partido Socialista de Navarra.
Contra la Ertzaintza
El día 20 de ese mismo mes, los «borrokeros» se mostraron particularmente activos. En la localidad alavesa de Alegría, lanzaron una garrafa de plástico, con material inflamable (salfumán), contra una patrulla de la Ertzaintza. Sólo provocó una humareda y los agentes resultaron ilesos. En Lequeitio, Vizcaya, fueron incendiados cinco contenedores en dos ataques distintos.
Diez días después, el objetivo de la agresión era la sede del PNV en la localidad guipuzcoana de Oñate, contra la que lanzaron pintura roja y amarilla y realizaron pintadas contra el Tren de Alta Velocidad; el Superpuerto exterior; una incineradora; las detenciones, etcétera. Ese mismo día aparecieron, en este pueblo, otras pintadas contra la Guardia Civil para que abandone el País Vasco.
Quema de bandera
El 1 de diciembre, la agresión fue contra la sede en Guernica, Vizcaya, del diario «Deia», con la realización de pintadas en las que se decía que «Euskal Herria no está en venta» y «españoles». Cinco días después, individuos desconocidos quemaron la bandera española que ondeaba en el Ayuntamiento de la localidad navarra de Espronceda. En San Sebastián, aparecieron pintadas, en las inmediaciones del cuartel del Ejército del barrio de Loyola, en las que se exigía «que se vayan» las Fuerzas Armadas.
El 11 de ese mismo mes, las pintadas fueron en la calle Iturribide de Bilbao, con «vivas» a ETA y otras similares. El día siguiente, los ataques se produjeron en la localidad navarra de Alsasua, con el incendio de varios contenedores en dos lugares diferentes. Tres días después, el escenario fue Vitoria, tras la detención de Ekaitz Samaniego Curiel. Grupos proetarras lanzaron todo tipo de objetos contra la Ertzaintza y realizaron pintadas en el Casco Viejo. El día siguiente, tras el arresto de tres presuntos etarras en Francia, fueron quemados varios contenedores en la calle Gordoniz de Bilbao.
El día 19, en Alonsótegui, fue cortado un cable de los que sujetan la catenaria de la vía férrea de FEVE, provocando el corte de la circulación de trenes entre la capital vizcaína y León.
Un día después, aparecieron en Vera de Bidasoa (Navarra) pintadas con una diana en las que figuraba el apellido de un guardia civil, destinado en la localidad, con la palabra «muerto» y un tricornio tachado. El 5 de febrero, en Bolivar, Vizcaya, apareció una pintada con la palabra «GAR» (Unidad Antiterrorista Rural de la Guardia Civil) en el centro de una diana. Tres días después, fueron quemados varios contenedores en Alsasua y un grupo de desconocidos atacó un bar en la misma localidad, cuya propietaria tiene lazos sentimentales con agentes de la Benemérita destinados en la localidad. Levantaron la persiana de cierre e introdujeron petardos incendiarios. No contentos con ello, pegaron a la fachada un contenedor en llamas. Cuatro días después, los proetarras volvieron a quemar más contenedores .
El 17 de febrero, con motivo de la bienvenida a la presunta etarra Lorena López Díez, del «comando Otazua», puesta en libertad tras el pago de una fianza de 10.000 euros, aparecieron pintadas en la calle Gordoniz de Bilbao en las que se indicaba que «la lucha es el camino».
Al día siguiente, durante la celebración del Carnaval en Pamplona, un grupo de individuos cortaron, mediante una barricada incendiaria, la calzada en la Avenida de Villaba. Asimismo, quemaron una bandera nacional de gran tamaño. Uno de los proetarras fue detenido por la Policía.
El 22, el ataque fue en la localidad vizcaína de Lequeitio, con la quema de seis contenedores y dos vehículos que estaban estacionados. Tres días después, aparecieron pintadas en Andoain (Guipúzcoa) en las que se acusaba al PP y al PSOE de «torturadores»; y al PNV, de «colaborador».
El pasado 3, de nuevo Alsasua fue escenario de quema de contenedores. Al día siguiente, el incendio de este tipo de mobiliario urbano fue en Vitoria y Bilbao.
Contra UPN
El pasado 11, en la localidad navarra de Vera de Bidasoa, aparecieron pintadas en la capilla del cementerio, contra Unión del Pueblo Navarro (UPN). Se trataba de dianas con las siglas de la formación política. En un polígono industrial de la zona, se podía leer la palabra «asesinos» referida al mismo partido.
El 14, los proetarras subieron el nivel del ataque y el objetivo fue una subestación eléctrica en Güeñes (Vizcaya). Con neumáticos y líquido inflamable, inutilizaron el cuadro de mandos. Ese mismo día, en Vitoria, proetarras lanzaron varios botes de pintura contra una sucursal bancaria. Y, el pasado 19, se produjo un ataque en Salvatierra, Álava, contra una oficina de empleo, que Ares ha reconocido como «kale borroka». El artefacto estaba formado por un recipiente con gasolina, unido, mediante cinta aislante, a un petardo, que ejerció de iniciador.
Se quitan la careta
Al día siguiente, en una intervención policial, duramente criticada por Batasuna (que no agradece las palabras de comprensión de Ares, que les desmarca de esta violencia terrorista), fueron detenidos dos individuos, que habían lanzado, junto a otros dos, piedras y pintura contra tres entidades bancarias de Amurrio (Álava).
Los proetarras, sin reparar que dejaban en evidencia a los que tratan de ampararles, se quejaban de que «en este nuevo escenario, las diferentes fuerzas policiales continúen aferrándose a medidas de excepción y a la represión».
Una «lucha» diseñada para amenazar
Lo que ETA denomina lucha «X» e «Y» está concebida por como una actividad que sustituye de los atentados, cuando, por razones tácticas, no interesa cometerlos. Se trata de mantener la amenaza sobre la población y recordarle que la violencia que encarna ETA y su entramado, no ha desaparecido. La victoria del PP en las pasadas Elecciones, y el consiguiente parón en el «proceso» que se había iniciado en la anterior legislatura, ha hecho que la banda haya reactivado, de manera gradual, este tipo de actividad delictiva. Desvincularla de ETA y presentarla como cosa de «nostálgicos», responde más a un deseo que a la realidad.
LA RAZÓN, 23/3/12