Editorial, ABC, 22/10/12
Las urnas han confirmado la tendencia de las encuestas que vaticinaban una nueva mayoría soberanista en la Cámara de Vitoria. De 75 escaños, el PNV y Bildu tienen 48 actas; los partidos constitucionalistas, 27. Esta separación en bloques no significa que el candidato ganador de estas elecciones, Íñigo Urkullu, vaya a propiciar un frente nacionalista con la izquierda proetarra, similar al de Estella. Pero sí le permite saber que cuenta con una clara mayoría parlamentaria para sacar adelante cualquier iniciativa de corte soberanista que le permita mantener vivo el «conflicto» con el Estado. Hay que asumir que el mandato socialista en el País Vasco ha sido contraproducente para los partidos constitucionalistas que lo apoyaron, PSE y PP, con una pérdida de 12 escaños. Los socialistas pasan de 25 a 16; y el PP, de 13 a 10. Son unos datos que no permiten a ninguna de estas formaciones responder con voluntarismo. Son unos malos resultados de los que hay que extraer conclusiones urgentemente, sobre todo para los socialistas, que han tenido el poder autonómico, con el generoso apoyo del PP, sin aprovecharlo para impulsar el gran cambio político que tenían que haber liderado. Al final, no hicieron el cambio y perdieron el Gobierno.
La izquierda filoetarra ha dado un salto cualitativo. EH-Bildu logra para el frente político de ETA los mejores resultados de su historia, se coloca como segunda fuerza política vasca, en escaños y votos. Su éxito se debe a múltiples factores, principalmente el de la legitimación jurídica de la izquierda proetarra por la doctrina del TC sobre Sortu y la propia Bildu y el de la legitimación política por parte del socialismo vasco. La agenda política de ETA, sin entregar una bala y sin disolverse, sigue en marcha. Urkullu no ha ganado por mayoría absoluta y necesitará apoyos alternativos, que por pura aritmética, para llegar a los 38 votos que representan la mitad más uno de los escaños de la Cámara vasca, serán los de EH-Bildu o los del Partido Socialista de Euskadi. Al principio, al menos, Urkullu no se enajenará las posibilidad de pactar con unos u otros, sabiendo, además, que la mayoría absoluta del PP en el Parlamento nacional ha dejado al nacionalismo sin margen de chantaje.
Editorial, ABC, 22/10/12