Editorial, ABC, 20/6/11
IU de Extremadura otorga el Gobierno de la comunidad al PP y desplaza a los socialistas
Izquierda Unida de Extremadura ha optado por dar una respuesta visceral —lo que le pedía el cuerpo a una mayoría de sus bases locales—, y no política —lo que exigía la línea programática de una formación con implantación nacional—, a sus problemas de entendimiento con los socialistas de esa comunidad autónoma. Su decisión de abstenerse en la sesión de investidura del nuevo Gobierno autónomo otorga al Partido Popular la presidencia de la única comunidad que podía seguir gobernando el PSOE tras las últimas elecciones.
En la tesitura de no tener claro qué camino tomar, IU de Extremadura cometió el primer error y tiró por la calle de enmedio: debatir lo que procedía hacer entre sus bases. No resultaba fácil resolver el dilema planteado, uno de cuyos términos consistía en ampliar todavía más el vasto poder político local conseguido por el PP. La presencia del coordinador nacional, Cayo Lara, y su empeño en que el dilema no fuera tal y que el debate se resolviera con el apoyo al PSOE, muestra la importancia que tenía para IU acertar en la decisión. El fracaso de Lara le coloca en una situación difícil. Su desautorización es patente. Además, la estructura federal de IU ha quedado cuarteada, pues una cuestión que afecta a todas las partes federadas ha sido decidida solamente por una de ellas.
Resultará muy complicado convencer a IU y a sus votantes del resto de España de que la respuesta dada es la que mejor responde a la práctica política del partido. Muchos interpretarán que permitir que el PP se haga con el Gobierno de Extremadura es una reedición de la pinza ensayada por Julio Anguita en 1993-96, desde la pretensión —basada en la petulante teoría del sorpasso— de convertir a IU en el referente principal de la izquierda, desplazando al PSOE. El resultado fue facilitar la llegada de Aznar al Gobierno. La pinza fabricada por IU de Extremadura es más ramplona: parece motivada por el deseo de castigar a los socialistas extremeños por su supuesta prepotencia y desplantes en 28 años de gobierno.
Esa reacción nada tiene que ver con la política. Lo ha intentado explicar sin éxito Cayo Lara, mientras que el portavoz de IU en el Congreso, Gaspar Llamazares, la considera un error muy grave. Permitir que el PP gobierne en Extremadura no solo contradice lo prometido por IU en la campaña electoral; también la afirmación de su coordinador en esa comunidad, Pedro Escobar, de no pactar ni con partidos ni con políticas de derecha.
La abstención facilitará las dos cosas: que gobierne en Extremadura un partido de derecha y que se hagan políticas de derecha, en la versión original del PP y no en la copia del PSOE, según acusación de IU. Lo sucedido ayer cabe interpretarlo como un peligroso repliegue de IU sobre sí misma: a muchos militantes y votantes puede llevarles a cuestionar el sentido de la existencia de esa formación.
Editorial, EL PAÍS, 20/6/11