Si lo que tan aseadamente ha hecho Fernández lo hubiera hecho Snchz unos meses antes, hoy sería un candidato sólido a desalojar a Rajoy en cualquier momento. Con elecciones e incluso sin ellas. Al empeñarse en lo contrario, sólo puede aspirar a desalojar a Pachi Lopezcaba y a que la Sultana Díaz se quede una temporada más en Sevilla esperando la bofetada electoral de Snchz, la tercera, porque no hay dos sin tres y porque entre los animales sólo el hombre es capaz de requetetropezar en la misma piedra.
Rubalcaba conseguiría así el milagro de resucitar a un muerto con otro, porque López es un ser inanimado al que ruboriza oír, pero cuyo papel podría ser el de preparar el camino de un Urquizu, pero Snchz ya era un cadáver político cuando montó la conjura para rematarlo. Y como el Bruto era López, su víctima se ha creído César y ha iniciado la reconquista de Ferraz con un posado de glúteos que parece un anuncio de la sauna gay de su suegro, un Socialismo con dorso humano, entre Marx y Sauna-Adán. Pero acreditando un imponente estado de forma muscular, Snchz le ha dado a Rajoy el oxígeno que le faltaba. Si Snchz gana el congreso de junio, algo nada descartable, Rajoy podría convocar elecciones en noviembre. Y como el programa del PSOE es la unión con los comunistas de Iglesias y los separatistas de ERC, Rajoy mejoraría sus resultados y Rivera conservaría el voto joven de izquierda moderada y el de derecha que nunca irá a Rajoy. Es el mejor escenario electoral posible para la derecha de hoy y el peor para una izquierda sin mañana. Pero eso es Snchz y ahí está.