RAMÓN PÉREZ-MAURA, ABC – 26/08/14
· Esta afición de la izquierda a los fusilamientos empieza a ser francamente preocupante.
Los niños de mi generación, que es la de la década de 1960, igual que los de la década de 1970 y quizá parte de la de 1980, nos divertíamos con juegos que el avance de la ideología progresista hizo inaceptables. Jugábamos a «indios y vaqueros» o «polis y cacos». Un entretenimiento supuestamente pernicioso porque familiarizaba a los niños con el uso de revólveres y pistolas y no les hacía conscientes de la gravedad que implica empuñar un arma. Confieso que durante muchos años he creído que eso era una estupidez. Mas, en los últimos días, he caído del caballo, como Saulo.
Yo nunca había visto a ninguno de mis amigos de infancia, con los que me peleaba para tener derecho a empuñar pistola y dejarles a ellos el uso del arco y las flechas, hacer la más mínima frivolización de las armas. Quizá por eso varios de ellos tienen hoy licencia de armas para cazar. Y saben el respeto que debe rodear siempre a las armas y el que hay que inculcar a los niños sobre ellas.
En cambio, los hijos de aquellos progres que prohibieron a los críos jugar con pistolas son los adultos que hoy «juegan» a fusilar concejales. Por ejemplo, del Partido Popular en Cardedeu. Y «juegan» mucho mejor que yo de pequeño. Cuando yo hacía de sheriff tenía un sombrero deforme y un chaleco que pretendía ser de cuero pero en realidad era de plástico, con una chapa de «sheriff» que yo decía que era de plata, mas en verdad era de la materia que pueden ustedes imaginarse. En cambio, la «colla trabucaire» de Cardedeu viste impecable y tiene armas de fogueo mucho más realistas que las pistolas con pistones que nos prohibieron a los niños de mi generación. Niños que jugando a «polis y cacos» entendíamos la diferencia entre el bien y el mal.
Y creo que era una diferencia tan nítida como la que hay entre la «colla trabucaire» y el representante de la voluntad popular al que fusila. Pero la decadencia de la convivencia en Cataluña ha llevado a que ni la izquierda ni el nacionalismo haya salido a manifestarse en contra de esta simulación de asesinato que se prolongó durante unos quince minutos. Vamos, que no fue un arrebato. Porque hay que tener muchas ganas para estar un cuarto de hora dándole al trabuco…
Esta afición de la izquierda a los fusilamientos empieza a ser francamente preocupante. La crónica de Romualdo Maestre ayer en ABC de Sevilla sobre el tuit del alcalde de El Coronil, el socialista Jerónimo Guerrero, en el que equiparaba a la Guardia Civil con los yihadistas asesinos y lo ilustraba con una supuesta foto de guardias civiles fusilando a prisioneros arrodillados llevaba al paroxismo el uso que algunos imaginan para las armas de fuego. Quienes carecen de argumentos, quienes han perdido la fuerza de la razón, quieren volver a esgrimir la razón de la fuerza. Ya sea en Cardedeu o en El Coronil. Y nos lo dicen con toda claridad.
RAMÓN PÉREZ-MAURA, ABC – 26/08/14