Tonia Etxarri, EL CORREO 05/12/12
Con lo cómodos que estaban los promotores de la discriminación «positiva» de una de las lenguas vehiculares en la enseñanza, en detrimento del uso del castellano, en las comunidades autónomas bilingües, y ha tenido que llegar el ministro Wert para mandar parar. Ha conseguido poner en pie de guerra a los consejeros autonómicos que ven, en la idea de recuperar el castellano en la enseñanza, un «ataque» a las lenguas denominadas históricas pero, ciertamente, llega tarde.
La batalla lingüística ha provocado reacciones tan airadas que todo indica que la futura ley, antes de ser aprobada, tiene ya marcado su camino hacia el Tribunal Constitucional. Y, mientras tanto, las comunidades afectadas seguirán proscribiendo el castellano. Se trata de un borrador que, con más habilidad de la que suele hacer gala el ministro Wert, debería tener mucho recorrido, aunque llega treinta años tarde. Ni el PSOE, quejándose por el «giro conservador sin precedentes», ni CIU convocando una cumbre de partidos para defender la inmersión lingüística, parece que se vayan a avenir a abrir la caja de Pandora para garantizar el derecho de los padres a elegir el idioma en que quieren escolarizar a sus hijos. Si la propuesta del ministro de proporcionar un equilibrio entre las dos lenguas (castellano y catalán, castellano y euskera, castellano y gallego) ha levantado ampollas, es porque en Euskadi y Cataluña el castellano ha sido progresivamente arrinconado.
En Euskadi, por ejemplo, la promoción exclusiva del euskera en la enseñanza, alentada y financiada durante casi 30 años de gobiernos nacionalistas, ha terminado por recoger sus frutos. Las familias vascas, poco a poco, han ido matriculando a sus hijos en la enseñanza obligatoria del euskera hasta ir dejando el famoso modelo A (enseñanza en castellano con el euskera como asignatura) reducido a una expresión testimonial. Tanto los convencidos como los voluntarios forzosos.
Cuando llegó Patxi López a gobernar en Ajuria Enea había acordado, con su socio preferente, el Partido Popular, «idéntica presencia del castellano y el euskera». Por eso, el lehendakari se mostró receptivo a las quejas de la plataforma por la libertad de elección lingüística que había interpuesto dos recursos ante el Tribunal Superior de Justicia del Pais Vasco .Y la consejera de Educación, Isabel Celaá, se comprometió a reabrir las aulas del modelo A «en función de la demanda». Pero esa demanda se ha ido difuminando en el paisaje a lo largo de estos años. La enseñanza en castellano no sobrepasa el 1,5% de las aulas de infantil en la red pública. Quienes han estado interesados en que sus hijos tengan una formación en igualdad de tratamiento del euskera y castellano han tenido que optar mayoritariamente por matricularlos en centros privados de otros países, como Francia, Inglaterra o Alemania, radicados en Euskadi.
Urkullu, el futuro lehendakari, habla de no imponer ni obstaculizar. Pero un dirigente de su partido proponía, hace pocos días, hacer boicot a una cadena de supermercados por no expresarse en euskera. Teniendo en cuenta que la segunda fuerza política vasca, EH Bildu, está denegando contratos de obra pública a las empresas por el mismo motivo, se explica que, en medio de un ambiente favorable a la discriminación positiva de la lengua vasca, la mayoría de familias prefieran no dar la nota. O el ministro amarra bien su propuesta o su plan quedará en agua de borrajas.
Tonia Etxarri, EL CORREO 05/12/12