EL MUNDO 26/06/13
· Debo confesar una vaga simpatía por José Ignacio Wert. Su anuncio de que las becas universitarias tendrían como requisito una nota de 6,5 levantó ronchas universales: entre la comunidad universitaria, con sus rectores al frente, los partidos de la oposición, con Rubalcaba y los dirigentes que jamás terminaron sus carreras y, por fin, sus compañeros de partido y los gobiernos autonómicos del PP.
Uno estaba dispuesto a alinearse como un solo hombre con el ministro Wert contra todas las fuerzas conjuradas en la igualación por abajo: los hijos de los pobres que salen torpes y vagos tienen tanto derecho a un título universitario como los hijos de los ricos de torpeza y vagancia equiparable. Si a éstos pueden pagarles sus padres la carrera, a aquéllos se la pagará el Estado, que para eso está. Ésa es la verdadera pasión por la igualdad. Reclamar las mismas oportunidades para los inteligentes y estudiosos no es una reivindicación progresista.
Según el informe Datos y Cifras del Sistema Universitario Español. Curso 2012-2013 (Mº de Educación, página 9) los egresados de la Universidad española en primero o segundo ciclo durante el curso 2010-2011 sacaron una nota media de 6,94. El porcentaje que superó el 6 se elevó al 95,9%. ¿Quiere usted decir que este ministro de Educación condena sin beca al 4,1% de los alumnos capaces de terminar la enseñanza superior en cualquiera de los dos ciclos?
La OCDE miraba con buenos ojos sus planes para un país con nuestras peculiaridades educativas, pero entonces Wert dio un paso más, y ahí se le empezó a perder la pista, al afirmar que un estudiante que no llegue al 6,5 no debe seguir en la Universidad. ¿Piensa en convertir el 6,5 en lo que antes era el 5, la barrera del aprobado? La lógica y la costumbre apuntan a que todo el que apruebe pase de curso. Por lo general, el mercado de trabajo, ese invento capitalista, suele dar menos oportunidades al 4,1% que aprobó raspando el 5. Y ahora va el ministro y recula hasta en lo de las becas.
Todo el mundo es socialdemócrata, también en el PP. Recuerden que durante el zapaterismo se eliminó el cero de las calificaciones escolares. Para evitar traumas, criaturas. El cero, ese invento indio que nos trajeron los árabes y por el que esperamos hasta el siglo X de nuestra era, fue abolido de un plumazo. Basta con escribir el nombre en la cabecera para alcanzar un 1, la nota de la honrilla. Acertar a especificar la carrera y el curso bien valdría otro punto. Transcribir el enunciado, el tercero. Y dos puntos y medio si lo anterior se ha escrito sin faltas de ortografía. El 5,5 que le reclaman todos a Wert para las becas.
Dicho de otra manera: al ministro Wert le han hecho recular por querer imponer a los becarios la durísima condición de obtener como nota media en cada curso medio punto menos que la media mediócritas de sus compañeros. Esto roza el sadismo. O el fascismo. En el franquismo se exigía una nota media de 7 para conservar una beca, no les diré más. Digamos en sentido contrario que Clinton también exigía esfuerzos a alguna de sus becarias.
EL MUNDO 26/06/13