Salvador Sostres, EL MUNDO 08/12/12
El ministro Wert está haciendo con el español lo que cualquier ministro de Cultura tendría que haber hecho desde la recuperación de la democracia.
El catalán es mi lengua y soy fruto de la inmersión lingüística. Es mentira que la inmersión lingüística no asegure un nivel de español comparable al de catalán y es mentira que estudiar en español o en catalán sea en Cataluña una cuestión de libertad o de la ausencia de ella, en tanto que en ningún país del mundo los padres eligen el idioma en que son educados sus hijos en el sistema público.
Poder estudiar en español en cualquier rincón de España es un asunto de Estado, naturalmente político. El ministro Wert hace lo que tiene que hacer y los que dicen que su proyecto de ley es el peor ataque que ha sufrido Cataluña desde el franquismo no sólo se equivocan, sino que son unos cínicos.
El peor ataque que mi país y mi lengua han sufrido desde el franquismo ha sido una clase política mediocre y perdedora, anti intelectual y corrupta, que ha hecho del catalanismo su negocio mucho más que su causa. El peor ataque el catalán ha sufrido desde 1975 es que el catalanismo político no ha tenido en ningún momento una articulación política presentable, y ha jugado siempre al regate corto para poder continuar manteniendo su estatus provinciano en lugar de proyectar con claridad los sueños y las esperanzas de una nación que quiere ser libre.
Que hoy, 37 años y medio después de la muerte de Franco, todavía nos estemos quejando y todavía resulten vigentes Al vent y L’Estaca, dice muy poco de lo que los catalanes hemos sido capaces de hacer y de conseguir. Dice muy poco de nosotros que todavía nos estemos quejando. Sentimiento y destino son una sola cosa, y lo que no alcanzas es porque no lo has deseado con suficiente fuerza ni con suficiente inteligencia.
El ministro Wert hace lo que un ministro español tiene no sólo el derecho, sino la obligación de hacer, y si Cataluña tiene algún problema al respecto, y tan amenazada siente su identidad y su supervivencia, podría clarísimamente optar por la independencia. No sirve de nada repetir como cotorras que el Parlament tiene una aplastante mayoría de diputados independentistas si no usas su voto para asumir las riendas de tu destino.
El ministro Wert, con su iniciativa, no sólo cumple con el más obvio de sus deberes morales, sino que deja en evidencia la estrategia babosa de este catalanismo que prefiere la queja al logro, la reclamación al mérito, la querella al esfuerzo, para poder continuar viviendo de él del modo más escandaloso y fraudulento.
No podemos quejarnos de la integridad y de la valentía de los demás para justificar nuestros amagos y nuestras renuncias, nuestra falta de grandeza y este vivir barato negociándolo todo al por menor y a escondidas. No podemos sentirnos atacados si no estamos dispuestos a pagar el precio.
Somos el amor que ponemos en lo que defendemos. Preguntas fríamente cómo amo la vida cuando no quieres escuchar lo que diría un grito. El ministro Wert es el espejo preciso que refleja todo lo que los catalanes no tenemos el valor de ser. No le podemos acusar de nuestra flaqueza, ni de nuestra miseria, ni de haber preferido la estéril retórica de la reclamación y la excusa al vigor de la gesta.
La provincia es un estado del espíritu.
Salvador Sostres, EL MUNDO 08/12/12