Xavier García Albiol (Badalona, 1967) está de traslado. Después de imponerse con solvencia en el congreso del PP catalán del fin de semana, se muda al despacho de presidente. En el cartel de la puerta todavía pone «presidenta», porque hasta hoy lo ocupaba su antecesora, Alicia Sánchez-Camacho. El día ha sido movido en la sede de la calle de Urgell de Barcelona: por la mañana, miembros de Arran (juventudes de la CUP) han intentado ocupar las instalaciones y las han llenado de pegatinas y pintadas.
Pregunta.– ¿Qué ha pasado?
Respuesta.–El incidente que ha provocado hoy la CUP en la sede del PP catalán demuestra que la estabilidad del Govern está en manos de una formación que actúa al más puro estilo fascista. La CUP representa todo lo despreciable, todo aquello por lo que luchamos que desaparezca de la vida política catalana. Pagamos las consecuencias de estar en manos de radicales.
P.–La diputada Anna Gabriel estaba en la concentración. ¿Piensan emprender acciones legales?
R.–Sí. Las juventudes de la CUP sólo ejecutan las órdenes de la dirección del partido, y concretamente de la diputada Anna Gabriel y del ex diputado David Fernàndez. Vamos a dirigir la denuncia a todos los responsables, pero de manera singular a Gabriel y Fernàndez.
P.–Antes del suceso, en TV3 hablaba usted de que es difícil no ser independentista en algunas zonas de Cataluña.
R.–Hay una evidencia no reconocida oficialmente: en los municipios de la Cataluña interior es muy difícil expresarse de manera distinta al nacionalismo establecido en la sociedad. Pero en el área metropolitana, o en Barcelona, también se pueden vivir actos de violencia como el de la sede. Refleja hasta qué punto una parte de la sociedad catalana está secuestrada por unos radicales, que marcan la política del Govern.
P.–¿El pacto con el Govern ha dado alas a la CUP?
R.–La CUP pasa a estar institucionalizada en el momento en que Artur Mas se abraza con Fernàndez [durante el 9-N de 2014]. Es cuando CDC abre las puertas a este partido de instintos primarios, como son desplazar incluso por la violencia a los que no piensan como ellos. Puntualmente se viven episodios como el de hoy [por ayer]: la coacción y la amenaza forman parte del ideario y de la hoja de ruta de esta gente.
P.–Hoy [por ayer] se cumple el plazo de 18 años desde las elecciones. ¿Puede haber más tensión en los próximos meses?
R.–La CUP y el resto de independentistas van a intentar aumentar la tensión. Forma parte de la precampaña electoral, para unas elecciones autonómicas, que estoy convencido de que se van a convocar a principios de 2018. Pero con absoluta seguridad, ni dentro de 18 meses ni dentro de 18 años se va a celebrar un referéndum para romper Cataluña del resto de España.
P.–Los independentistas dicen que el referéndum se convocará. ¿Cómo van a actuar el Gobierno y el PP? ¿Contemplan aplicar el artículo 155 de la Constitución?
R.–Si la situación llega al límite, en el PP catalán no tenemos ningún complejo de que se aplique ese recurso, que está en la Constitución para situaciones extremas. Pero deseamos que eso no ocurra, que antes de que nos lleven a un precipicio impere el sentido común.
P.–¿Cómo marcha la Operación Diálogo?
R.–El Gobierno siempre está abierto a hablar con las comunidades. Pero es evidente que dos no dialogan si uno no quiere, y el Govern sólo quiere hablar de referéndum. Mientras siga así, es complicado que haya avances en otras direcciones.
P.–¿El recurso a los tribunales es suficiente en Cataluña?
R.–Acudir a los tribunales no es capricho del Gobierno, sino consecuencia de una actitud irresponsable de la Generalitat. Es evidente que las necesidades de los catalanes no se resuelven exclusivamente por los tribunales. Apostamos por dialogar de educación, sanidad o promoción de la ocupación, pero necesitamos un interlocutor, que ahora no existe.
P.–El congreso del PP catalán ha sido un paseo para usted.
R.–Obedece a un proyecto compartido: el Partido Popular catalán tiene que dejar a un lado en este momento el debate ideológico, de bloques de izquierda y derecha, para dar respuesta al desafío independentista que plantea el Govern. Nos queremos convertir en la voz de todos los que no son independentistas. Lo queremos hacer de la mano del resto de partidos constitucionalistas.
P.–¿Ve opciones de captar a parte del votante desencantado de CiU?
R.–Todas las encuestas de los últimos ocho meses señalan que el único partido constitucionalista que subiría sería el PP. Mi objetivo no es recoger las migajas de CiU, sino que el PP se convierta en la voz de las víctimas del nacionalismo excluyente, que son los grandes olvidados. Ya hay otros que buscan eso, que pasan de la socialdemocracia a ser liberales con toda tranquilidad.