- Recuperar Valencia, máximo objetivo del nuevo PP. El efecto Feijóo lanza su ofensiva territorial. Ximo Puig ejecuta a Mónica Oltra para intentar salvarse
«No estoy para fiestas». Muy poco le agradó a Ximo Puig el bailongo de su vicepresidenta tras ser imputada por el repugnante asunto de la menor tutelada y abusada por su exmarido. Maite, 14 años. «O se va Oltra o el próximo en caer eres tú», le advertían sus fieles al ‘president’. Lo primero, hecho está. Lo segundo, ocurrirá. Tras el arrollador triunfo de la derecha en Andalucía, el efecto Feijóo posa ahora su mirada en la Comunidad Valenciana, pieza clave e intermitente en el poder territorial de PP y PSOE.
Oltra ha caído. Se la han fumigado con la fórmula que señaló su jefe, «una solución coral», como en la cinematografía de Berlanga, muy coral, mediterránea y fallera. Una degollina colectiva y urgente. Compromís se ha sacudido a su Isadora Duncan de barraca y se dispone ya a abordar cambios en su estructura. Joan Baldoví, hipocritón y jesuítico como lo definen en sus filas, asumirá el control. «Si tocan a una, tocan a todos», cacareaba en la verbena sabatina de las odaliscas del progreso. Animaba, en el fondo, la imprescindible renuncia. «Me voy con la cabeza muy alta y con los dientes apretados», ha declarado, sobrepasada e histriónica, tras ser laminada. Lagrimeó de nuevo, escupió sobre ‘los poderosos’ y evitó, esta vez, referirse al hermano de Ayuso.
Puig había pegado el puñetazo en la mesa porque se le juega. Es el siguiente en la lista. Su futuro está en el aire. Hace unos meses pretendía adelantar las elecciones a otoño, igual que hizo en 2019, cuando se saltó el calendario y convocó junto a las generales de abril. Entonces le fue bien. Mejor que a Sánchez que no sumaba y tuvo que convocar de nuevo y abrazarse a Frankenstein. El valenciano organizó su pacto del Botánico junto a un Compromís menguante y un Podemos demediado. El gran ninot del Levante impuso entones su ley.
Rodeado de escándalos
Todo ahora ha cambiado. No sale indemne del inmundo episodio de su hasta ahora vicepresidenta, portavoz, consejera de Igualdad, responsable de la tutela de los centros de menores donde se produjeron los abusos, y desde donde, según fiscalía, se orquestó una instrucción paralela para desacreditar a la pequeña, humillarla, silenciarla. Miraba hacia otro lado el presidente valenciano, ni una palabra más allá del consabido ‘respeto a la Justicia’, ni un amago en defensa de la ética, ni un gesto de maldita humanidad. La ética, en el trastero. La presunción de inocencia, para la esposa del abusador condenado. Eso ha sido Puig este largo tiempo de silencio que, indudablemente, le pasará factura. Está muy tocado. Rodeado de escándalos, corrupción y zozobra, su imagen se resquebraja. Su hermano, imputado. Su hijo y su padre, en los papeles. Algunos de sus colaboradores más cercanos, en los juzgados por el caso Azud, una red de presunta financiación ilegal del PSOE regional de dimensiones crecientes.
En la Ejecutiva socialista del lunes, tras el gran trastazo, ni uno de los veinte oradores fue capaz de esgrimir un comentario de autocrítica. Acoquinados y muditos
El terremoto andaluz amenaza réplicas en todas las poltronas socialistas. El aragonés Javier Lambán, atribulado por la bofetada catalana de los Juegos de Invierno, masculla cobardón alguna queja entre dientes. El cacique asturiano, Adrián Barbón, ojo, nombre y apellido agudos, ha dado un paso al frente aunque se ignora en qué dirección. Vara y Page mantienen su sigilo prudente mientras escrutan salidas de emergencia al colosal derrumbe. En la Ejecutiva socialista del lunes, tras el gran trastazo, ni uno de los veinte oradores fue capaz de esgrimir un comentario de autocrítica. Acoquinados y muditos. Pedro Sánchez exhibía su quijada de granítico cabreo. Meditaba en silencio qué cabezas serán las próximas en caer.
«Esto no lo frena una crisis de Gobierno, pero tendrá que hacerla», dicen las despavoridas chihuahuas de Ferraz, espeluznadas ante las sandeces de la portavoz Adriana Lastra, la primera que saldrá desfilando. Sumidos en el desconcierto y la neblina, los estrategas de Moncloa elaboran disparatadas estrategias. A la vuelta del verano, emasculación de los elementos más abrasados del Gabinete y, antes del Supermayo, incorporación de socialistas con pedigrí a las listas e incluso al Ejecutivo. Revolución de escaparate, cambio de caras, relevo en el frontispicio del muestrario. El problema es que no hace un año de la anterior remodelación para transmitir credibilidad o serenidad. la gran baza del Feijóo creciente.
Los fontaneros de presidencia, López y Hernando, se han situado a dos pasos del precipicio. La cantera es escueta y ramplona. Habrá que improvisar los imprescindibles relevos. Los Migueles están en ello
Pocos nombres aparecen en la lista de las nuevas incorporaciones y fichajes. Sánchez, como gran autócrata, se los cargó a todos. Está rodeado de naderías, gente insípida y gris, acomodaticia y funcionarial. Margarita Robles y Nadia Calviño, sus activos más reconocibles, están abrasadas. Fernando Grande Maslaska, de un servilismo pusilánime, anda ya de salida. Félix Bolaños, el fiel monaguillo, ha destacado por su inaudita torpeza. Los fontaneros de presidencia, López y Hernando, se han situado a dos pasos del precipicio. La cantera es escueta y ramplona. Habrá que improvisar. Los Migueles están en ello.
«Extrapolar» es el verbo más temido entre los jerifaltes del PSOE, que han entrado en pánico ante la creciente certeza de que el desplome del sanchismo los arrastra a todos. Y a Ximo, el primero. En las últimas elecciones valencianas, la suma de la izquierda (PSOE, Compromís y Podemos) apenas superó en 40.000 votos a la derecha (PP, Cs y Vox). El segundo pacto del Botánico, ahora malherido, se impuso por pelos. En la próxima cita con las urnas, la segura extinción de Cs propulsará más de 400.000 papeletas hacia el PP. Y entones Ximo, catatónico y anonadado, se diluirá al estilo de esos atardeceres «lentos y graves como un secreto», que cantaba Ema Risso. Y luego le tocará el turno a esos Page, Vara, Lambán y hasta Chivite y sus chatarreros de Bildu. Ya ha caído Oltra. Dos secretarios de Estado huyen. El sábado habrá un consejo de Ministros extraordinario para anunciar pamplinas. Propaganda hueca. Hojarasca. Más de lo mismo. Manotazos de náufrago. El sanchismo se ahoga en un océano de desesperada ansiedad.