Olatz Barriuso-El Correo
- El nuevo episodio de amor-odio entre PNV y PPretrata las aristas de una relación que para ambos es tan tóxica como secretamente anhelada
Puentes hay. Yo tengo su teléfono, él tiene el mío. Pero están ahí como una mosca: pam, pam. Sinceramente, no sé qué pretende, creo que se está equivocando». Así hablaba Aitor Esteban de Alberto Núñez Feijóo en una entrevista en EL CORREO publicada el primer día de junio. Las supuestas cloacas del PSOE ya empezaban a emanar un hedor incómodo para Sabin Etxea –el asunto de la fontanera, que hoy parece ‘peccata minuta’, estaba en su apogeo– pero aún quedaba la bomba de racimo que amenaza con arrasarlo todo, el ‘caso Cerdán’.
Es significativo que ya entonces el líder del EBB, muy bregado en la política madrileña, emitiera señales claras en dirección a la calle Génova para avisar al PP de que ni las bases ni determinadas asambleas territoriales del PNV aceptarían nunca un acercamiento entre ambos si se empeñaban en atacarles en público. O dicho de otro modo, tras los episodios del palacete parisino de la Avenida Marceau o de la campaña contra la oficialidad del euskera en la UEde la que Sabin Etxea responsabiliza personalmente a Esteban González Pons, el EBB pedía al PPque dejara el baile de la mosca (ponga cada uno el adjetivo a su gusto) como condición de posibilidad para entenderse en un futuro más o menos cercano.
El cambio de caballo de Sabin Etxea en mayo de 2018, cuando Andoni Ortuzar decidió subirse al carro de Sánchez pese a su muy bien engrasada relación –también en lo personal– con Mariano Rajoy, dejó heridas profundas y, sobre todo, recelos casi insuperables entre ambos partidos. Pero ante el evidente proceso de descomposición en que ha entrado el sanchismo, y con la llegada de un Esteban menos alérgico a pactar a su derecha que sus predecesores, ambos daban muestras, por puro interés, de buscar el deshielo.
Pero, como si de unos Romeo y Julieta de la política se tratara, lo que no puede ser, no puede ser. Y además es imposible. Por ahora. El rocambolesco episodio de amor-odio vivido a raíz de la ronda de contactos con los socios de Sánchez de Miguel Tellado, nuevo ‘número dos’ del PP, es la prueba evidente de cómo ambos se necesitan pero a la vez se repelen. Y es complicado que puedan superar esa dinámica tóxica por mucho que secretamente anhelen unos acuerdos a los que el PNVexprimió en su día un jugo millonario y que le generan menos quebraderos de cabeza ideológicos en su parroquia más tradicional.
¿Por qué es difícil? Porque ambos están con la calculadora en la mano del coste-beneficio de cruzar ese famoso puente que se acusan mutuamente de volar. El PNV ya barruntaba, en privado, que los contratos bajo sospecha de la trama con origen en Navarra podían salpicar a su sigla. Pero que el PP vasco, con el plácet de Feijóo, lo haya elevado a titular de primer orden al tirar la primera piedra sobre el empresario Iñaki Alzaga solo unas horas después de que Sabin Etxea decidiera revelar la posibilidad de retomar relaciones en Madrid se ha vivido como una auténtica puñalada trapera.
El propio Esteban no lo tiene fácil puertas adentro para preparar el terreno.Como muestra: en el PNVguipuzcoano sentó ayer a cuerno quemado que no se despachara a Tellado con un portazo más enérgico. Los herederos políticos de Egibar son reacios por una cuestión de piel al acercamiento pero además creen que coquetear con el PP significa regalar paladas de votos a Bildu. Otros, más pragmáticos, creen simplemente que los intentos de restablecer puentes conducen a la melancolía porque ven inevitable en uno o dos años un Gobierno del PP apoyado por Vox, el elefante en la habitación que impide el paso al PNV. «Los números no van a dar para otra cosa», argumentan. Es decir, para un Gobierno de Feijóo al estilo ‘Aznar 96’, apoyado desde fuera por nacionalistas vascos y catalanes.
A su vez, Génova, con el estrecho marcaje de un Vox al alza, no puede ponerse a hacer carantoñas al PNV por mucho que se lo pida Esteban . Por si todo esto fuera poco, Javier de Andrés juega su propia partida en Euskadi: necesita atizar al PNV porque sólo el desencanto de parte del electorado de centroderecha con los jeltzales puede sacar al PPvasco de su estancamiento. Lo dicho: y además es imposible. Pero, ojo: esto es política.