Carlos Herrera-ABC
- Si no ha acabado la pesadilla con lo pasado hasta aquí, tampoco parece que pueda ocurrir ahora
¿Cómo va a seguir gobernando Sánchez?, me preguntaba inquieto ayer tarde tras la reafirmación de la ruptura por parte de los extorsionadores de Junts. Pues no gobernando, me respondía displicente mi otro yo. Y puede que sea lo más lógico: estará en el Gobierno, dormirá en la Moncloa, vestirá el cargo, viajará en el Falcon, pero no gobernará. Le han bloqueado 25 leyes que andaban por ahí mediante enmiendas a la totalidad, y cualquier otra que el Consejo de Ministros quiera tramitar se encontrará con la negativa de esos siete votos de oro que Sánchez creyó haber comprado con sus cesiones. Otra pregunta se hace evidente: ¿esto a Sánchez le provoca un concreto sudor genital? Es posible que sí. Aunque siga lanzando mensajes de «mano tendida» y otras jaimitadas, los de Puigdemont solo se echarán atrás si consiguen cosas que Sánchez, aunque quisiera, no puede dar. Referéndos vinculantes y cambios constitucionales imposibles. Ha dado lo que ha podido –nada menos que una aministía–, pero le reprochan cosas que no dependían de su voluntad. Si la amnistía no se ha materializado en Puigdemont no es porque ‘Gracita’ Pumpido o el mismo Sánchez no hayan hecho lo posible: es porque el Supremo no se pliega y Europa ha de decidir. Si el catalán no es oficial en la UE no es porque Sánchez y su ministrín de Exteriores no lo hayan intentado hasta la náusea: es porque los europeos no quieren un precedente con las lenguas regionales. Incluso se han dispuesto a romper la unidad fiscal y ceder a Cataluña –gobernada por el PSC– los impuestos allí recaudados, creando un pifostio de consideración con el resto de comunidades de régimen común. Pero al parecer no basta. Sí, vale, no ha salido aún la ley contra las okupaciones y alguna otra cosa, pero eso se antoja asunto menor en comparación con la amenaza de parálisis absoluta de la legislatura. A buen seguro hay otras no confesadas razones en la iniciativa de estos pájaros.
Pero eso da igual. Si se hace efectivo el desplante, el Gobierno no sacará adelante presupuesto alguno ni este año ni el que viene y tendrá que almacenar en el baúl de los recuerdos la ley Bolaños y la ley Begoña, como ya sabemos. Y todas las otras baladronadas que se le ocurran, especialmente las de la analfabeta de la vicepresidenta. Vuelve a repetirse la frase que tantas veces se pronuncia desde que tomaron el poder esta banda de socialistas y comunistas: en cualquier país políticamente civilizado esto supondría la caída de un gobierno. Ya. ¡Ha habido un cesto repleto de ocasiones en las que un gobierno habría caído con cualquiera de las cosas que se han dado en España! Pero si no ha acabado la pesadilla con lo pasado hasta aquí, tampoco parece que pueda ocurrir ahora ya que este individuo será capaz de paralizar un país con tal de seguir en el colchón monclovita. Y de la moción de censura olvídense, no creo que le apetezca nada al PP.