LIBERTAD DIGITAL 12/03/14
CRISTINA LOSADA
La obsesión del nacionalismo catalán por enarbolar precedentes internacionales para su proyecto secesionista acaba por ponerlo en serios aprietos. Son aprietos más visibles y, con perdón, risibles cuando los ejemplares que captura nadan en el torrente de la actualidad. Hace unas semanas un documento de la Generalidad, un fruto más de la prolífica actividad de los asesores, se remitía a las movilizaciones en Ucrania para advertir que algo así podía suceder en Cataluña si el «debate» se cerrara “en falso”. Luego llegó la violencia con su reguero de muertos, y los portavoces tomaron distancia de Kiev. Aún siguen corriendo, porque después pasó lo de Crimea, y Artur Mas hubo de asegurar, con la solemnidad que requiere la perogrullada, que nada tienen que ver Cataluña y una península cuyos gobernantes quieren celebrar un referéndum de autodeterminación para separarse de Ucrania y unirse a Rusia.
Es muy comprensible que Mas y los suyos traten de disociar su referéndum y su autodeterminación de los violentos sucesos asociados a la autodeterminación y al referéndum que tienen lugar en Crimea. Claro que entonces, para empezar, no deberían haber advertido que en Cataluña se daría una situación ucraniana de no aceptarse sus exigencias. Pero es lo típico suyo: amenazar con que ocurrirá algo muy, muy malo, como un estallido social, una interminable oleada de protestas, naturalmente no contra su Gobierno, sino contra Madrit, y hacer como que no tendrían en ello arte ni parte. Porque lo del independentismo catalán, ya se sabe, es un movimiento social por completo ajeno a la acción política de CiU y a su voluntad. El pueblo habla y Artur se limita a cumplir su mandato. Ahí donde lo ven, sólo es un mandao.
Ya digo, se entiende perfectamente que huyan de analogías desventajosas que ellos mismos establecieron cuando les parecían convenientes, pero aún así, oigan, un poquito de por favor. O están por el derecho de autodeterminación fuera de los acotados supuestos del derecho internacional, como es el caso que les concierne, o están en contra, pues no hay término medio por más vueltas que le den los socialistas. Y si están a favor de ese derecho, como lo están, ¿por qué no apoyan que en Crimea lo ejerzan? La entrada de militares rusos es lamentable, es ilegal y viola la soberanía de Ucrania, pero la soberanía es concepto discutido y discutible para los que quieren trocearla, y si el nacionalismo catalán lamenta que Cataluña esté sometida por un Estado que le impide ejercer la autodeterminación, ¿por qué no celebra que haya un Estado que acude a Crimea para que allí se ejercite el tal derecho?
Son asuntos intrincados los que plantea la autodeterminación. Elevarla a principio de general aplicación, a esencial elemento democrático, como hacen Mas y compañía, conduce a perplejidades como las apuntadas a cuenta de Crimea. De modo que yo les recomiendo que en lo sucesivo eviten toda referencia a procesos reales. Mejor no salgan fuera del reino de la fantasía.