IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
¿Facilita este inesperado castigo la solución del conflicto o lo entorpece? Pues vaya usted a saber. Un problema racional tiene mal arreglo si se aborda desde posturas irracionales, como es el caso. De todas formas, esta situación alborotada va a servir para visualizar lo que puede ser una salida desordenada de la Unión Europea. Va a ser un ensayo general con orquesta y coro.
Las fuentes cercanas a los negociadores aseguran que de los tres escollos que quedaban -las normas de competencia a cumplir por ambas partes, la sumisión de los conflictos a una autoridad superior y la pesca-, ya solo resta por encontrarle una salida a este último. Parece mentira y resulta intolerable. La pesca es un sector capital para… los pescadores, e importante para los consumidores, pero representa tan solo el 0,1% del PIB británico y emplea a 12.000 personas. Es decir, carece de la entidad suficiente para mantener atascado un asunto tan general e importante como es el Brexit. Salvo que se busque expresamente el atasco, claro. Que tal parece ser la intención de la imaginativa mente que se encuentra detrás del segundo flequillo rubio más famoso del planeta, solo superado por el del despedido Donald Trump.
El presidente francés, Emmanuel Macron, por su parte, se empeña en que el acuerdo final refleje con nitidez que la salida de la Unión no puede salir gratis y que fuera se está peor que dentro. Me parece correcto, lo malo es que cualquier medida de retorsión, ya sea con trabas o aranceles, puede terminar perjudicando a las empresas y a los consumidores europeos. Y eso hay que evitarlo. Que les pregunten a los camioneros encerrados en sus cabinas en el húmedo frío del Canal.