IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Cualquiera diría que la pandemia ha dado un golpe en la mesa para zanjar la irresoluble partida del Brexit y ha optado por el ‘BrexOut’. Mientras los negociadores de Boris Johnson se enfrentaban a las últimas horas, de los últimos días, de las últimas semanas, de los últimos meses, de los últimos años de la negociación con las huestes de Michel Barnier para salirse de la UE, la pandemia les ha echado. El bloqueo decretado por Francia para protegerse de la nueva versión del virus aparecido en las islas ha cerrado las fronteras marítimas y aéreas, miles de camiones se arremolinan en Dover a la espera de un barco que no saldrá, los aeropuertos se atascan con decenas de miles de pasajeros tratando de reunirse con sus familiares en algún lugar de Europa y el fantasma del desabastecimiento planea sobre los supermercados británicos. Una Navidad sin familiares y, quizá, sin pavos, ni patatas asadas, ni salsa de arándanos.

¿Facilita este inesperado castigo la solución del conflicto o lo entorpece? Pues vaya usted a saber. Un problema racional tiene mal arreglo si se aborda desde posturas irracionales, como es el caso. De todas formas, esta situación alborotada va a servir para visualizar lo que puede ser una salida desordenada de la Unión Europea. Va a ser un ensayo general con orquesta y coro.

Las fuentes cercanas a los negociadores aseguran que de los tres escollos que quedaban -las normas de competencia a cumplir por ambas partes, la sumisión de los conflictos a una autoridad superior y la pesca-, ya solo resta por encontrarle una salida a este último. Parece mentira y resulta intolerable. La pesca es un sector capital para… los pescadores, e importante para los consumidores, pero representa tan solo el 0,1% del PIB británico y emplea a 12.000 personas. Es decir, carece de la entidad suficiente para mantener atascado un asunto tan general e importante como es el Brexit. Salvo que se busque expresamente el atasco, claro. Que tal parece ser la intención de la imaginativa mente que se encuentra detrás del segundo flequillo rubio más famoso del planeta, solo superado por el del despedido Donald Trump.

El presidente francés, Emmanuel Macron, por su parte, se empeña en que el acuerdo final refleje con nitidez que la salida de la Unión no puede salir gratis y que fuera se está peor que dentro. Me parece correcto, lo malo es que cualquier medida de retorsión, ya sea con trabas o aranceles, puede terminar perjudicando a las empresas y a los consumidores europeos. Y eso hay que evitarlo. Que les pregunten a los camioneros encerrados en sus cabinas en el húmedo frío del Canal.