Adolfo Lorente-El Correo
- La política vasca saldrá de su letargo en 2024 volviendo a la primera línea de la arena nacional con unas elecciones autonómicas a cara de perro entre el PNV y EH Bildu
Euskadi vuelve al foco nacional. La política vasca saldrá de su letargo en 2024 con la celebración de unas elecciones autonómicas que supondrán un antes y un después por el inesperado adiós del lehendakari, Iñigo Urkullu. Un movimiento tectónico en el ‘oasis vasco’ que supondrá el mayor test de estrés al que se someterá el PNV en la última década al perder a uno de sus grandes referentes. En realidad, lo pierden porque han decidido perderlo, no porque Urkullu haya dado un paso a un lado después de tres legislaturas al frente de la Lehendakaritza. Se veía con fuerzas para seguir, pero como él mismo ha recalcado, el partido manda y el partido ha apostado por la «juventud» y la «experiencia» del todavía diputado vizcaíno de Infraestructuras, Imanol Pradales.
Una operación, sin duda, de altísimo riesgo al prescindir de la máxima ignaciana popularizada por Xabier Arzalluz que recomienda no hacer mudanza en tiempos convulsos apostando por un ‘renovarse o morir’ a medio plazo con EH Bildu dominando el radar. Los de Arnaldo Otegi están de dulce -se ven incluso ganadores- al calor de un Pedro Sánchez que les ha normalizado como un partido más con una celeridad inimaginable en las previsiones más optimistas de la izquierda abertzale. Y todo ello sin tener que pagar el peaje ético de condenar el terrorismo de ETA.
La gran pregunta que viene dominando desde hace años la política vasca es saber cuándo el PSE-EE considerará éticamente factible pactar con EH Bildu. La respuesta más común, hasta anteayer, hablaba de dos o tres legislaturas, cuando líderes como Arnaldo Otegi desaparecieran de la primera línea. Como él mismo admite, su «pasado» lo condiciona casi todo, de ahí que hayan apostado por Pello Otxandiano, un ingeniero de Telecomunicaciones de 40 años que pese a su juventud es considerado un ‘pata negra’ de Sortu. Es decir, renovación sí, pero preservando las esencias.
Con lo ocurrido en la moción de censura en el Ayuntamiento en Pamplona, nadie pone la mano en el fuego por nada ni por nadie. ¿Otxandiano un líder ‘pactable’? El PSE-EE, a diferencia de sus compañeros navarros, sigue sosteniendo que sus votos no servirán para hacer lehendakari a un candidato de EH Bildu. Palabra de Eneko Andueza, secretario general de los socialistas vascos y cabeza de cartel en las elecciones de mayo. ¿Y si Euskadi se marca un ‘Borgen’ y emula a la exitosa serie danesa en la que la candidata de la tercera fuerza del país logra convertirse en primera ministra? ¿Y si EH Bildu decide hacer lehendakari a Andueza para lograr su objetivo prioritario de apartar al PNV del poder?
Elkarrekin Podemos y Sumar siguen su negociación para ir en coalición y apostarán, sí o sí, por una mujer como candidata
Gobierno de coalición
«Ese escenario de momento no lo contemplo, entre otras cosas, porque no creo que estén dispuestos a darnos sus votos», asegura Andueza. No oculta que el ‘factor navarro’ ha condicionado su arranque de precampaña, pero está convencido de que el PSE-EE mantendrá la tónica ascendente lograda el 28 de mayo en las elecciones municipales y forales y, sobre todo, en las generales del 23 de julio, donde se convirtieron en la primera fuerza de Euskadi.
Llega 2024. Y después de Urkullu, ¿qué? Euskadi debe escribir en las urnas un folio en blanco tras doce años de mandatos de un lehendakari que ha logrado que la moderación cotice al alza en una política española cada vez más crispada y polarizada. Será una de las grandes banderas del PNV y de un Pradales que explotará al máximo el legado de Urkullu buscando protagonizar un punto y aparte en la Lehendakaritza. Tanto en el fondo, con él levantando la makila en Gernika, como en las formas, con el PSE-EE como socio de coalición en el Gobierno vasco. Así ha sucedido en las dos últimas legislaturas, la actual, además, con una mayoría absoluta que ha dotado a Euskadi de una estabilidad inédita que fue clave para afrontar crisis de enorme envergadura como fueron la pandemia y la guerra de Ucrania.
En el PNV admiten que pueden perder alguno de sus 31 escaños, pero no dudan de que ganarán y de que los números volverán a dar para reeditar el Gobierno de coalición con los socialistas (tienen 10 escaños, y la mayoría absoluta es 38). Esa es la clave del relevo de Urkullu. Creen que la ‘operación renove’, por muy traumática que sea, hay que acometerla en época de bonanza para rejuvenecer la primera línea del partido de cara a la gran batalla que serán las elecciones municipales y forales de 2027.
Pradales, Otxandiano, Andueza… Tres debutantes a los que se sumará Javier de Andrés. El diputado nacional, ex diputado general y exdelegado del Gobierno central ha tomado las riendas del PP vasco con el objetivo de subir de forma notable los 5 escaños actuales (sacaron 6 pero uno es de Cs) y, sobre todo, intentar ser decisivos. Para ello toca cruzar los dedos para que PNV y PSE no revaliden su mayoría absoluta. Otro de sus retos será intentar ‘engullir’ a Vox y evitar que mantenga el acta parlamentaria que logró en 2020 por la circunscripción alavesa.
¿Y la dupla Elkarrekin Podemos-Sumar? Siguen las negociaciones para ir en coalición e intentar minimizar un parte de daños del que se viene beneficiando EH Bildu. Lo que sí tienen claro es que a diferencia del resto, apostarán por una mujer como cabeza de cartel.