De la Batasuna acorralada por la democracia hace cuatro años, no queda ya nada. Los últimos episodios de la campaña en el País Vasco auguran malos presagios. A medida que el Gobierno ha querido tirar balones fuera Batasuna dá un empujón más. Es posible que ni él mismo se quiera dar cuenta pero el fiscal general está en apuros para explicar todo este embrollo.
No hay nada peor en política que el adversario te deje en evidencia. No digamos ya si nos encontramos en pleno fragor de una campaña electoral como ésta en la que, por encima de las candidaturas de los alcaldables y junteros, está en juego la dignidad democrática en el único rincón de Europa en el que sigue viviendo del cuento una organización terrorista. Y es que, por mucho que se esfuercen en inaugurar obras los unos, y prometer mejoras los otros, Euskadi no es Madrid. Y Batasuna ha vuelto a recuperar la calle.
Lo que le ocurrió al presidente Zapatero, un día antes del atentado en la T-4 de Barajas, preconizando que «estamos mucho mejor que hace un año y dentro de un año estaremos mejor», tiene mucho que ver con la sensación de vergüenza ajena que ha provocado en buena parte de la opinión pública la sucesión de hechos relacionados con ANV en las últimas 48 horas. No pudo estar más desacertado Conde Pumpido cuando declaró que los dirigentes de Batasuna «han dejado claro que ANV no era su opción». Porque, horas después, el portavoz de la ilegalizada formación recogía el guante para pedir el voto para ANV. Puede que él no lo sepa: pero el fiscal general está en apuros.
No se entiende tanta contradicción en uno de sus últimos mensajes alertando de que si Batasuna se manifestara de manera que ANV es su opción «naturalmente este comportamiento podría ser indicio adicional para su futura ilegalización». Pero ¿en qué quedamos? ¿no había dejado pasar a la mitad de ANV como listas libres de contaminación? ¿por qué va a constituir indicio de delito pedir el voto para unas listas teóricamente saneadas? ¿Quizás el hecho de que lo pida Batasuna viene a demostrar lo que se ha temido todo el mundo menos el portavoz socialista López Garrido: que Batasuna no es que esté detrás de ANV sino que está delante?
Sus portavoces lo venían advirtiendo: quieren volver, por sus fueros, al poder institucional del que fueron desalojados hace cuatro años. ‘Gratis et amore’, sin romper con ETA y con la vuelta al acoso callejero, si es preciso, cascando a un par de candidatas del PP y llegando hasta el atril del propio lehendakari. De la Batasuna acorralada por la democracia hace cuatro años, no queda ya nada. Los últimos episodios vividos en la campaña en el País Vasco auguran malos presagios. A medida que el Gobierno socialista ha querido tirar balones fuera (por ejemplo, diciendo que el PP es el «vocero más cualificado de ETA», pedazo de mensaje electoral de Patxi López) Batasuna dá un empujón más.
Quiere tener su camarote lleno de regalos. Con De Juana Chaos paseando, con la vuelta a las instituciones locales y pendientes del cambio en Navarra. Y más. Y más. Y dos huevos duros. Es posible que ni él mismo se quiera dar cuenta pero el fiscal general está en apuros para explicar todo este embrollo.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/5/2007