El acuerdo alcanzado por los Ministerios de Hacienda y Trabajo para que los perceptores del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) no tributen en 2025 cierra, al menos temporalmente, una de las crisis más graves vividas por un Gobierno acostumbrado a vivir al filo, pero que se vio al borde de la ruptura ayer viernes por la mañana.
El pacto se produjo después de que Pedro Sánchez le ordenara a María Jesús Montero llegar a un acuerdo con Yolanda Díaz y después de que esta acusara a la ministra de Hacienda «levantarse de la mesa de negociación» durante una entrevista televisiva. «Es ella la que se ha levantado, no yo» dijo Díaz durante esa entrevista.
Sólo unas horas después, María Jesús Montero cedía frente a la ministra de Trabajo y le concedía la mayor: la exención del IRPF, mediante una deducción ad hoc, para todos aquellos que perciban el SMI. La merma en las arcas del Estado por dicha deducción alcanzará los 150 millones de euros y afectará, teóricamente, sólo al 20% de los perceptores del SMI, los que habrían tenido que pagar IRPF en 2025.
Montero se habría comprometido también a mantener dicha exención durante los años siguientes hasta que el SMI alcance el 60% del salario medio en España, tal y como exige la UE.
La negociación salva una nueva bola de partido en el seno del Gobierno. La simple sospecha de que Yolanda Díaz pudiera aprovechar la discrepancia respecto al SMI para dimitir, o incluso para aliarse con el PP en contra del PSOE y provocar una crisis interna que habría desembocado en la convocatoria de elecciones generales bastó para que Sánchez diera la orden a Montero de ceder en todo frente a la ministra de Trabajo, aunque manteniendo el relato del «acuerdo» y el «diálogo».
La realidad es que la que ha cedido ha sido María Jesús Montero, que en privado solía repetir frente a todo el que la escuchara que Yolanda Díaz no se saldría con la suya. «Por encima de mi cadáver» era la frase que fuentes de Sumar atribuyen a una ministra de Hacienda que, de acuerdo a esas mismas fuentes, «no podía permitirse esta derrota» dado que afecta de forma nuclear a los Presupuestos Generales del Estado.
Pueda o no pueda permitírsela, lo cierto es que la derrota se ha producido y está ahí para quien quiera verla. Algo que confirma que este Gobierno es incapaz de sostener el menor de los faroles de unos socios sabedores de que Sánchez cederá a todas sus exigencias, maquillándolas como éxitos del diálogo y la negociación, a cambio de esquivar la convocatoria anticipada de elecciones generales.