Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La información económica es una munición muy agradecida y utilizada en la refriega política. Y, cuando vivimos en tiempos preelectorales como los actuales, se convierte en un arma de gran precisión y potencia. Lo malo es que, como hay tantas variables a observar, tantos organismos a opinar y se contabilizan tan a menudo no hay manera de orientarse en mitad del fuego cruzado. Ayer tuvimos información procedente de Bruselas, y como no podía ser menos, las interpretaciones interesadas surgieron de inmediato. Sin duda alguna, el gobierno ganó por 2 a 1 en un encuentro relativamente cómodo. La UE subió su estimación de crecimiento para España en 2023 hasta el 1,9% que no es mucho, visto de forma aislada, pero que es muchísimo en la comparativa con el resto de socio de la UE que se quedarán en poco más que la mitad. Aunque también es cierto que ellos crecieron antes y ya han recuperado su nivel preCovid y nosotros seguimos cerca de él, sin alcanzarlo. Pero el dato supera en medio punto a la estimación anterior lo que indica que cogemos velocidad en esto del crecimiento.
¿Las razones? Son varias. El descenso apreciable en los precios de la energía que, tras habernos amargado el año pasado, retornan a niveles más normales. Eso, unido a la buena evolución del Turismo, que siempre ha sido un gran apoyo para la economía española pues hablamos de renta generada en el exterior y gastada en el interior; más el impacto de los fondos Next Gen, que nadie en la UE sabe dónde han ido, pero que se supone que empujarán con fuerza en el próximo futuro.
El segundo gol lo metió con la inflación que será del 4%, es decir cuatro décimas menos que la anterior previsión y que muestra una apreciable mejoría de los precios. Por un lado mejora ampliamente la tendencia europea y, por otro, duplica el objetivo del Banco Central Europeo. Además, y esto es importante, el BCE tiene que fijarse en los datos del conjunto de su área de responsabilidad y esos triplican el objetivo, lo que complica el deseo de una política monetaria más laxa, al anticipar nuevas subidas de los tipos de interés.
El gol lo recibió con la previsión del déficit público. Nadia Calviño adelantó un año en la consecución del objetivo del 3% y la UE cree que la realidad se quedará en el 3,3% lo que obligará a realizar nuevos ajustes presupuestarios de unos 4.000 € al año. No sea iluso, no los espere antes de las lecciones generales y no los tema para después. Esto del déficit hace tiempo que dejó de ser un instrumento anti cíclico para convertirse en un ejercicio de contento popular. Y, eso, todos los partidos lo buscan y bien que se empeñan en ello. ¿Cuántos nuevos miles de millones se han prometido en campaña desde que la señora Calviño se puso ortodoxa? Nadie lleva la cuenta y ni a Nadia le importa…