Luis Ventoso-ABC
- Colapso de Madrid, vacunación, Covid… nada perturba el bajísimo rendimiento de la pareja ministerial
Comenzaban los alegres ochenta del siglo pasado. Tenía unos 16 años cuando mi madre, en uno de sus muchos actos de liberalidad, nos permitió -y pagó- a mi hermano y a mi acudir a un concierto de los Ramones, punkis neoyorquinos que no sé por qué habían caído por La Coruña. Su energía espídica me dejó pasmado. Si coincide, todavía hoy los escucho con una sonrisa. Por el contrario nunca me ha gustado el rock arrabalero español a lo Leño, con sus voces ahogadas reivindicativas y su pobre ingenio musical. Pero aún así conservo cierto afecto sentimental por el grupo Barricada. Recién llegado a estudiar a Pamplona, buceando en su noche con la curiosidad del bisoño, nos sorprendió en un
tugurio un concierto de un grupo local con un cantante muy feo, de espalda cargada, melena lacia y disfrazado con una capa de Drácula. Aquel fenómeno era Enrique Villarreal, que gastaba el elocuente alias de «El Drogas», y su banda venía del barrio peleón de La Chantrea y se llamaban Barricada. Ahora se ha muerto su guitarrista, Boni, por un cáncer que se lo llevó con 58 años. Lo siento por él y su familia, y con un punto de nostalgia de aquellos días juveniles, cuando todo me parecía nuevo, sorprendente, prometedor.
Enero ha arrancado con un tropel de grandes noticias agolpadas. El bochorno del Capitolio. El colapso de Madrid y otras poblaciones con la nevada. La tercera ola del Covid. El debate sobre la vacunación. Pues bien, relajado en su tardoadolescencia perpetua, el asunto que más ha comentado nuestro vicepresidente del Gobierno, Iglesias, es la muerte de Boni de Barricada, que en gloria esté. El problemón de la capital de España, cerrada por un temporal histórico, lo ha despachado con un comentario ritual en Twitter elogiando a los «trabajadores públicos» y la UME. La angustia de las personas que lo pasan fatal en estas noches bajo cero por falta de suministro eléctrico no ha estado en la agenda del «vicepresidente social». Y es que Pablete plegó velas el 18 de diciembre y no ha vuelto a currar hasta ayer, 12 de enero, y solo porque había consejo de ministros. Su único acto de agenda en 24 días ha sido una entrevista de cámara con su amiguete Cintora en La Sextita (antaño TVE). El último acto público de la ministra de Igualdad, su mujer, consistió en asistir el 18 de diciembre a una gala de premios de un colectivo gay. El vicepresidente que el 19 de marzo ofrecía una presuntuosa rueda de prensa para «asumir» la gestión de las residencias no ha pisado una, ni ha puesto medios para mitigar su drama. El airado paladín de «la gente», que clamaba contra el contubernio de las eléctricas y el viejo Mariano, enmudece ahora ante una subida de la luz de más del 20% en el arranque de año.
Doctrinarios y vagos. De magra experiencia laboral real e inanes en la gestión. Niños bien que conciben el Gobierno solo como un juguete para fabular con revoluciones de izquierda Moët. No hacen nada, y además, estorban.