DAVID GISTAU, ABC – 15/05/15
· FAES consagra como rival temible a Rivera justo cuando éste, sin ayuda de nadie, había comenzado a derivar de Kennedito a hazmerreír.
En la memoria del PP pervive casi como un trauma la perfidia zapateriana del «cordón sanitario» y el pacto del Tinell. Es decir, la del partido aislado, repudiado por todos como un monstruo al que en aquella época llegó a equipararse con los etarras, «nasty» según el término empleado por Esperanza Aguirre, excluido hasta de ciertos ámbitos culturales que establecieron relaciones simbióticas con la izquierda para tratar de imponer la idea de que inteligencia y derecha eran conceptos tan antagónicos como pensamiento y navarro según Baroja, o según Unamuno, que ahora no me acuerdo y tampoco me voy a levantar a mirarlo. Esta soledad, que ya era dura cuando el PP al menos manejaba en monopolio cuanto hubiera «a la derecha de la izquierda», puede volverse letal en los tiempos venideros en los que será imposible ser alguien en política sin alcanzar acuerdos.
El PP de Rajoy comprendió esto en el preciso instante en que ordenó a sus chulapos de palillo entre los dientes que dejaran de llamar Naranjito a Rivera. Una cosa era reñirles los votos y el monopolio del centro-derecha –igual que PSOE y Podemos discuten el socialdemócrata–, y otra proferir insultos que sembraran rencores que pudieran dificultar más adelante pactos poselectorales, incluido el de las elecciones generales. No en vano, Ciudadanos parece, en la inminencia de una nueva política sin mayorías contundentes, el único partido que puede salvar al PP de enterrarse vivo en una zona de exclusión tan cruel como la del Tinell y que Schz ha jugado a comparar con la que merece Bildu.
En este contexto, se antoja una reverenda cagada la irrupción en campaña de FAES. Y no sólo, como si no existieran suficientes suspicacias internas, porque el informe de FAES contradice la consigna de la presidencia del partido y del Gobierno en un momento delicado por electoral. FAES sigue detectando en Ciudadanos un intruso en un territorio político sobre el cual el PP mantenía un sentido patrimonial. Un enemigo, por tanto, que ha penetrado allí donde el PP tenía echadas sus meadas territoriales.
Por eso no ve otra posibilidad más que el «rumbo de colisión», choque después del cual de los dos partidos sólo puede quedar uno. Ése es un estadio mental que el PP no puede permitirse ahora, ni siquiera su búnker de custodios de la esencia. Más le convendría resignarse al hecho cierto de que no le será posible conservar su vieja hegemonía de cuanto hay «a la derecha de la izquierda» y que en ese hábitat va a instalarse una nueva tribu con la que deberá llegar a entendimientos por la propia supervivencia. Y que nadie diga que semejantes voluntades de acuerdo son abrasivas para los principios propios. El partido del hotel Majestic, el que hablaba catalán en la intimidad, ha hecho contorsiones bastante más complicadas y nocivas para España con tal de gobernar.
Lo más curioso es que FAES consagra como rival temible a Rivera justo cuando éste, sin ayuda de nadie, había comenzado a derivar de Kennedito a hazmerreír.
DAVID GISTAU, ABC – 15/05/15