ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 28/07/16
· Una retirada a tiempo de Rajoy sería una gran victoria, sobre todo si con él se llevase a Pedro Sánchez.
¿Es más importante que los españoles tengamos un Gobierno o que Rajoy sea presidente? ¿Que la cabeza de ese Ejecutivo negocie con la ventaja que han otorgado los electores a la formación de la gaviota una agenda basada en el programa del Partido Popular o que Rajoy sea presidente? ¿Que el consejo de ministros llamado a aplicar esas políticas tenga tras de sí una mayoría parlamentaria sólida, capaz de aprobar las reformas inaplazables que pide a gritos el país, o que Rajoy sea presidente? ¿Que un Gobierno fresco, con renovado vigor y legitimidad, frene en seco la enésima ofensiva secesionista lanzada desde Cataluña o que Rajoy sea presidente? ¿Que Bruselas perciba de manera inequívoca nuestra voluntad de cumplir con los compromisos asumidos ante los restantes socios de la Unión o que Rajoy sea presidente?
Podría seguir hasta el infinito con este rosario de preguntas retóricas y llegaría a la misma conclusión. Es evidente que el actual candidato del PP se ha convertido en un lastre no solo para la nación, sino para su propio partido. Cualquiera que anteponga el patriotismo al sectarismo y el pragmatismo al personalismo de banderías se da cuenta de que Rajoy constituye hoy por hoy un obstáculo para la gobernabilidad de esta España que reclama con urgencia un líder fuerte.
Y esto es así por razones múltiples que se resumen en una: tras dos llamamientos sucesivos a las urnas, el candidato del PP, Mariano Rajoy Brey, ha sido incapaz de sumar los apoyos necesarios para formar gobierno. ¿No debería tirar la toalla antes de obligarnos a elegir de nuevo?
No entro en si es justa o injusta la situación en la que estamos; tanto da. Habrá quien considere a Rajoy un dirigente excepcional, víctima de adversarios inicuos, y quien, por el contrario, estime merecido el castigo en razón de su actuación durante sus años en La Moncloa. Pero lo cierto es que dos veces en el último año ha apelado al electorado y las dos ha recibido un respaldo insuficiente, en realidad inútil, dada su nula capacidad de interlocución con los demás. ¿Culpable él? ¿Culpables los otros? ¿Culpables todos? De nuevo, tanto da. La cuestión es que España necesita cuanto antes un Ejecutivo plenamente operativo y nada en absoluto garantiza que otro llamamiento a votar vaya a despejar el panorama.
Si tras una feroz campaña del miedo como la que precedió a los comicios de junio, con todos los sondeos augurando el apocalipsis podemita, las cartas se repartieron del modo en que lo hicieron, no hay elementos para pensar que una tercera ronda de propaganda, con su correspondiente coste para el bolsillo del contribuyente, condujese a un escrutinio concluyente. Seguiríamos perdiendo el tiempo, además de la poca fe que nos inspira ya esta democracia acobardada y corrupta.
Los paseos victoriosos por la mayoría absoluta quedaron definitivamente atrás. Hacen falta dirigentes distintos, dotados de cintura política, susceptibles de rectificar sin por ello renunciar a defender sus principios, hábiles en la negociación, decentes, limpios, sin basura bajo las alfombras y con la generosidad necesaria para renunciar a sus ambiciones en beneficio del conjunto. Mariano Rajoy dispone de una oportunidad magnífica para dar un paso atrás, poniendo a los españoles por delante de la poltrona. Una retirada a tiempo, honorable y voluntaria, sería una gran victoria, sobre todo si con él se llevase a Pedro Sánchez.
ISABEL SAN SEBASTIÁN – ABC – 28/07/16