Rubén Amón-El Confidencial

El pacto que ofrece Cs es una emergencia electoral, pero también una operación necesaria que aísla a Vox y que convierte al líder gallego en la esperanza nacional de una derecha moderna

No es un buen nombre el que ha elegido Inés Arrimadas para alumbrar la coalición del centro derecha. Mejor Unidos suena a tratado de autoayuda, a tema de Eurovisión o a mugido de bóvido (MU), pero la discutible idoneidad de la marca no contradice la sensatez del proyecto ni la conveniencia de extrapolar a Cataluña, Euskadi y Galicia la fórmula embrionaria de Navarra.

Es verdad que Ciudadanos necesita a Feijóo para eludir una catástrofe en las urnas. Y es cierto que el escenario del País Vasco constituye el más hostil de todos los imaginables, sobre todo para la fragilidad de un partido traumatizado por la catástrofe del 10-N. Ciudadanos no ha tocado fondo todavía. Y se expone a una crisis inmediata de extrema supervivencia: los comicios del 5 de abril son los más adversos y se amontonan en el peor momento imaginable.

La fatalidad de la coyuntura explica la llamada a la unión de Arrimadas, pero la invitación reviste un gran interés colectivo, no ya porque Cs puede amortiguar un varapalo del PP en las misteriosas elecciones catalanas, sino porque el ‘pequeño gran pacto’ previene el despilfarro de votos y, sobre todo, demuestra una distancia política y estética respecto a Vox, cuyo papel de partido maldito o apestado tanto conviene al discurso antisistema de Abascal como puede complicar la convivencia allí donde la extrema derecha haga pesar su posición arbitral.

Feijóo recela de la ‘operación Arrimadas’ porque puede alcanzar la mayoría absoluta sin la necesidad de exponer las siglas a una operación de rastrillo solidario, pero la posibilidad de no alcanzarla justificaría un ejercicio de reflexión. El presidente de la Xunta se arriesga a perder el trono por la mínima. O a mantenerlo con la vergüenza que supondría depender de la aquiescencia de Vox. No van a irle bien las cosas al partido ultra, pero la separación de ‘las derechas’ y el desperdicio de sufragios sugieren que pueda atisbarse un cambio de época a favor de los mismos partidos que han arropado la investidura de Sánchez en Madrid. Y que se reproducirá en Euskadi con el liderazgo del PNV, entre otras razones porque el presidente del Gobierno y el costalero Iglesias pretenden que la izquierda sobreviva en el poder una década gracias al respaldo del nacionalismo, naturalmente recompensándolo de la manera que haga falta.

«La alianza que propone Cs no apunta tanto al consenso ideológico como a la custodia del constitucionalismo frente al chantaje soberanista»

La amenaza a medio y largo plazo explica que estos comicios autonómicos estimulen una reflexión profunda en el centro derecha. PP y Cs necesitan organizar una oposición responsable y desintoxicarse de Vox. De hecho, la alianza que propone Arrimadas no apunta tanto al consenso ideológico como a la custodia del constitucionalismo en tiempos de feroz chantaje soberanista.

Necesita Cs que el PP lo redima en Galicia. Necesitan ambos sumar fuerzas en Euskadi. Y necesita el PP la cobertura (menguante) de Cs en Cataluña. Tanta importancia tienen los tres comicios que se desprende de este pacto un proceso de progresiva asimilación. No es que el Partido Popular quiera fagocitar a Ciudadanos, como es evidente. Sucede además que Arrimadas ha sugerido la expectativa. La alianza de Mejor Unidos no solo explora un acuerdo político estructural, también establece las condiciones embrionarias de un centro derecha moderno, liberal y cosmopolita, acaso representado mejor que nadie… por Alberto Núñez Feijóo.

El impulso de una mayoría absoluta tanto supondría su cuarta victoria consecutiva como le otorgaría la presidencia de Galicia y el título de gran aspirante a la política nacional que nunca se ha atrevido a desempeñar. Podemos entender los recelos de Pablo Casado. Y la resistencia que ejerce la franja oscurantista de Génova. Ha quedado expuesta esta última en los obscenos argumentos que se han utilizado para rechazar la reforma de la eutanasia, pero el PP ‘vanguardista’ de Feijóo o de Alfonso Alonso sintoniza con la idiosincrasia europeísta y liberal de Ciudadanos, tanto como justifica la disciplina de unidad que requiere la oposición al sanchismo en una batalla que Pablo Casado no parece en grado de liderar.