“El expresidente Zapatero suma, es un gran activo y está que se sale. Sus intervenciones en los mítines y en las entrevistas que ha dado vuelan por las redes sociales movidas por los más jóvenes. Es un chute de energía” entre las alicaídas filas socialistas que encararon la campaña tras la debacle del 28-M. Así define una fuente de Ferraz la frenética actividad desplegada por José Luis Rodríguez Zapatero en auxilio de su antiguo enemigo, Pedro Sánchez, en lo que fuentes socialistas han definido como la ‘caravana B’ del PSOE en esta campaña.
Zapatero ha ido de mitin en mitin –supliendo las ausencias de Sánchez por las distintas federaciones socialistas- y de plató en plató, atribuyéndose, desencadenado, ante Carlos Herrera el fin de ETA o defendiendo la gestión de Pedro Sánchez frente “a la ultraderecha mediática”.
Tanto se ha utilizado a Zapatero en la campaña socialista y tanto se ha implicado él que, hasta el fiasco del cara a cara de Sánchez con Feijóo, en Ferraz le habían agendado más mítines que al propio Sánchez. Una hiperactividad que no ha pasado desapercibida en el entorno del PSOE, donde algunos veteranos militantes ya atisban una operación para el día después del sanchismo si, como vaticinan todas las encuestas, Pedro Sánchez debe desalojar la Moncloa este verano.
Zapatero y el postsanchismo
“Que se anden con ojo los Page, Susana y compañía si piensan que tienen alfombra roja para controlar el PSOE del postsanchismo. Y no porque Sánchez se vaya a atrincherar –sobre todo, si cae por debajo de los 110 escaños- sino porque Zapatero puede tener la intención de ser el sucesor”. O, al menos, de controlar la misma con su propio candidato. No olvidemos, por ejemplo, que Pilar Alegría, por ejemplo, formó parte de su equipo en el Congreso durante su mandato.
Esta es la impresión de un veterano socialista que empieza a tomar cuerpo con fuerza en el PSOE: una operación en la que un Sánchez derrotado vería con buenos ojos una sucesión en la figura o supervisada por quien le ha venido asesorando en los últimos años en materias sociales y de alianzas, que ha estado en la sala de máquinas de las principales decisiones del sanchismo y que, frente a enemigos íntimos como Page o Susana Díaz, defenderá su legado y no hará limpia entre sus fieles. Y, además, idolatrado por “los de la ceja”, el hoy hiperventilado mundo de la cultura de izquierdas.
Efectivamente, Zapatero ha pasado de apoyar a Susana Díaz frente a Sánchez en la lucha por la Secretaría General del PSOE a ser el máximo valedor del sanchismo y, frente a figuras como Felipe González o Alfonso Guerra, reivindicar toda su política de alianzas de las que es, en varios casos, corresponsable. El equipo de Sánchez considera a Zapatero un fiel aliado y el mejor activo para intentar captar voto por la izquierda del PSOE e impedir la fuga de votos a Sumar.
De hecho, ese siempre fue un terreno que cortejó: guarda muy buena relación con Pablo Iglesias y ha reivindicado en todos los mítines su legado como “precursor” de la defensa de los derechos de la mujer y del colectivo LGTBI+.
Antes de esta implicación en la campaña –siempre coordinada con Sánchez y su equipo para complementar la estrategia del candidato socialista- Zapatero ha venido siendo pieza fundamental en muchas de las políticas llevadas a cabo por el inquilino de Moncloa.
Iolanda Mármol, en noviembre de 2021, glosaba cómo Zapatero y Sánchez habían recompuesto su relación y el expresidente se había convertido en el principal consejero de Moncloa hasta tejer “contra todo pronóstico, una relación de confianza en la que intercambian opiniones, y, de vez en cuando, el presidente le consulta y su antecesor aconseja”, hasta facilitarle una suerte de puente de comunicación indirecta con actores políticos del tablero estatal que son pilares de la estabilidad del Gobierno, pero con los que la Moncloa apenas habla”.
Zapatero cenó en secreto con Pablo Iglesias cuando Podemos amenazaba con ‘sorpassar’ al PSOE de Sánchez, éste se enteró por una periodista y la “traición” rompió toda relación… hasta la moción de censura contra Rajoy
La relación entre Zapatero y Sánchez prácticamente se había roto en el otoño de 2014, cuando Sánchez, recién elegido líder del PSOE, renegó de los recortes de Zapatero –esos que ahora también desmiente- y de haber modificado la Constitución para convertir en prioritario el pago de la deuda público, lo que Sánchez tildó como “error”… pese a que él la había aprobado como diputado raso. Tras este ‘incidente’, Zapatero cenó en secreto con Pablo Iglesias cuando Podemos amenazaba con ‘sorpassar’ al PSOE de Sánchez, éste se enteró por una periodista y la “traición” rompió toda relación… hasta la moción de censura contra Mariano Rajoy.
Según cuenta Mármol, citando fuentes del entorno de Zapatero, su relación fue “in crescendo”. Cada mes o dos meses quedaban a comer, a tomar café. Charlas en las que “Zapatero trasladó a Sánchez sus dudas acerca de las posibilidades de que la figura de Juan Guaidó consiguiese hacer pasar la página de Nicolás Maduro” o cuando le dijo que no repitiera las elecciones de 2019 y formase Gobierno directamente con Pablo Iglesias. En un primer momento, Sánchez no hizo caso a Zapatero… y tanto el reconocimiento de Guaidó como la repetición de las elecciones, le salió mal.
Y Zapatero se puso al servicio de Sánchez: “Zapatero ayudó a Sánchez a conseguir los votos que le faltaban para la investidura”, confirmaba Gabriel Rufián a la periodista, que también desvelaba otro momento ‘cumbre’ del sanchismo en el que la mano de Zapatero resultó decisiva. Rufián “telefoneó a Zapatero media hora antes de que entrase en el plató de Espejo Público, en junio de 2019- para pedirle que defendiera los indultos a los presos del procés”…
Y Zapatero lo dijo.”¿Pidió opinión Sánchez a Zapatero sobre este asunto? “Sí, me consultó. Lo conversamos y me mostré inequívocamente a favor porque considero que es un paso extraordinariamente positivo”, confirmaba Zapatero a Mármol.
Al año siguiente, el Gobierno de Sánchez dejaba de apoyar a Guaidó como presidente interino de Venezuela, el país donde Zapatero hace constantes labores de mediación y otros negocios. Sobre el otro, Marruecos, Zapatero ha llegado a calificar de “valiente” y “acertado” el giro inexplicado de 180 grados en la política sobre el Sáhara.
Esas fuentes señalan que es “sintomática” la llegada al núcleo duro de Moncloa de Óscar López, Antonio Hernando y Francesc Vallés, gente del equipo que acompañó a Zapatero en el Congreso de los Diputados durante sus dos mandatos
Zapatero ha mantenido en este tiempo una constante interlocución con los principales aliados del Gobierno Frankenstein. Fuentes socialistas reconocen la relación con Gabriel Rufián, pero también con Íñigo Errejón y con Pablo Iglesias, y que ha sido fundamental a la hora de intentar recomponer las heridas que dejó en el PSOE la reconquista de la secretaría general por parte de Sánchez y que ahora, algunas fuentes ven como trampolín para intentar dar el salto a la secretaría general tras el fin del sanchismo.
Esas fuentes señalan que es “sintomática” la llegada al núcleo duro de Moncloa de Óscar López, Antonio Hernando y Francesc Vallés, gente del equipo que acompañó a Zapatero en el Congreso de los Diputados durante sus dos mandatos. Y que ahora, han sido incluidos en los puestos de salida –por muy dura que sea la derrota- para tener un Grupo Socialista afín y controlado.
Zapatero ya ganó a Bono por sorpresa
“Tiene ganas, está muy activo y Sánchez no encontrará nadie que defienda su legado en el PSOE como él”, dice un diputado socialista saliente. Con el Grupo Socialista controlado y la interlocución con figuras de Sumar, de ERC y de Biildu, cuyos apoyos ha defendido en público para desesperación de Page y compañía y que serán decisivos en el futuro para la travesía del desierto del PSOE, que se anden con cuidado sus compañeros de partido. Zapatero ya conquistó la Secretaría General del PSOE por sorpresa, por 42 votos y frente a un barón castellano-manchego, José Bono. Y ahora quiere controlar la sucesión. Avisados están.