Fernando Luis Chivite-El Correo
Que todo es dinero, cada vez más: eso sí. Eso ya lo sabemos desde hace tiempo. Pero que la estupidez no puede triunfar: eso también, Lutxo, viejo amigo. Puede que Trump, más que un principio, sea un final, fíjate lo que te digo. Cada vez estoy más optimista, ni yo mismo me reconozco. Será interesante el cónclave y sus intrigas y apuestas, por supuesto. Sobre todo a nivel planetario geo-emocional. Yo, por ejemplo, apuesto a que saldrá un Papa de un estilo similar al de Francisco, el que dijo que la verdadera realidad se ve en la periferia, viejo gnomo. Lo apuesto porque creo que la estupidez no puede triunfar, por eso, sobre todo. Y porque creo que últimamente ya ha triunfado bastante, claro. Lo suficiente, al menos, como para que ¡por fin! hayamos empezado a vislumbrar el peligro real que supone dejar el poder en manos de líderes demasiado arrogantes y capaces de todo solo por bravura animal. La derecha tiene que calmarse.
En cualquier caso, si el Vaticano decidiera nombrar un jefe de catadura tirando a progresista, que es lo que yo espero, representaría un frente importante más contra la erizada sinrazón de Trump. Un poco de razón no le haría daño a la Iglesia, creo yo. Más bien, al contrario, pienso. La estupidez no puede triunfar ahora. Ya es tarde, esa es la cuestión. Cuando triunfaba en el pasado era distinto. Se sabía que se le podría dar la vuelta. Pero ahora ya las consecuencias serían terribles hasta extremos inimaginables. Cualquiera que lo piense, a poca cabeza que tenga, se da cuenta de que por ahí no hay que ir. Camino equivocado. Aunque puede que el equivocado sea yo, claro. Últimamente me equivoco mucho, Lutxo.