Para ETA la situación actual es una plataforma para su siguiente paso, incluida la escalada terrorista. El Gobierno lo tiene muy mal para salir del lodazal, y quizá no lo busque, soñando con dejar atrás el pacto de la Transición. Siendo optimistas, ¿podría usar el pacto antiterrorista de Imaz para dar marcha atrás? Es la única coartada para hacer una retirada honrosa.
Hace cuatro años, antes del proceso de paz, en aquella campaña electoral a las municipales, acoquinados y escondidos los que apoyan y defienden a ETA bastante tenían con no dejarse ver e intentar salvar los muebles, y no saboteaban los actos de los partidos democráticos. Crecidos en moral y en medios, convencidos de que tienen de nuevo de rodillas al Gobierno y a los partidos responsables de la opresión de Euskal Herria y de la represión de sus luchadores, ahora salen a molestar a los demás aunque las autoridades del Estado les hayan admitido un buen montón de candidaturas. Que, visto el resultado, no se sabe porqué no se les ha dejado en todas las localidades donde se han presentado, solo habría que haber hecho lo que se ha hecho con las autorizadas, conocido, además, que la fornicación sigue siendo un pecado aunque sólo se haga a medias, y ya que nos ponemos… Lo cierto es que, una vez más, las soluciones a medias no sólo no amilanan a ETA y a su mundo, sino que los encabrita.
Se puede sospechar que la molestia que Imaz ha manifestado al decir que no es desechable un futuro acuerdo con el PP pueda venir por el hecho de que considere que las listas autorizadas a los que más daño hacen es a su partido, especialmente en Guipúzcoa, quizás porque no haya divisado las de Navarra, que perjudican a UPN. En todo caso parece existir una jugada a dos bandas: les autorizo y de paso fastidio a otros. Pero este caprichosos aquí se las impugno y aquí no, lo único que ha conseguido es levantar la sospecha de que se haya manipulado las autorizaciones políticamente, para provecho del impugnador, lo cual sería erosionar aún más la desprestigiada por el gobierno Ley de Partidos. Total, negociación y listas aceptadas no impide, no sólo, que los batasuneros salgan a sabotear los actos del PSOE y del PP, sino que además exista en el País Vasco, y en los medios policiales –con la sorprendente sustitución del mando del grupo antiterrorista de la ertzaintza-, psicosis de atentado.
Visto el resultado presente no sé si las cosas se podían haber gestionado peor. Tenemos una sociedad desarmada frente a la amenaza del terrorismo donde los discursos nacionalistas, no digamos ya los de Imaz que empiezan a parecer no-nacionalistas, empiezan a ser profundamente atractivos si uno quiere seguir viviendo, si no tranquilo si pasablemente, en Euskadi. Me atrevería a decir que en ocasiones, tras la dejación de los que debieran cumplir y hacer cumplir la ley, admira el discurso firme de Otegi y compañía, rotundo y entendible, frente al desamparo que cualquier ciudadano puede sufrir. Esto se llama fomentar el desistimiento, y así es. Donde no hay Estado que no pidan llaneros solitarios por vida.
Sería digno del optimismo antropológico creer que las cosa no pueden ir a peor. Lo cierto es que las bases para que así sea ya están puestas. A ETA y Batasuna el ‘proceso’ les ha permitido erigirse sobre las oportunidades que éste le ha otorgado, entre ellas las propagandísticas, proceso que ha permitido hacer más conocidos ante la opinión pública a los líderes de Batasuna que a la mayoría de los miembros del Gobierno, sino también erigirse sobre los grandes trampolines políticos desde los que saltar a la siguiente fase como es la misma interlocución –interlocutores necesarios-, y la internacionalización del conflicto vasco, con presencia de representantes de Batasuna en el Parlamento europeo. Este escenario, perdón por el término tan de la izquierda abertzale, era absolutamente previsible, y si no fuera porque existen obsesiones más serias, como la maldad del PP, difícilmente hubiera caído gobierno alguno en tan descarada trampa para elefantes. Salvo que se quisiera también con la negociación hacer otra jugada a dos bandas.
El inconveniente para salir de tan enorme lodazal es el sonrojo a padecer dando marcha atrás, lo que no se dará, puesto que en la solución del conflicto vasco -lo pueden estar cavilando mentes excelsas y utilizándolo como talismán- encuentren en gran medida el salto que desembarace a la izquierda de una vez de sus compromisos con la derecha en la Transición, Constitución incluida, para saltar a un nuevo estadio.
El Gobierno lo tiene muy mal para volver atrás, y es muy posible que no lo quiera soñando con dejar atrás el pacto de la Transición. Sólo lo podría hacer otro Gobierno. Para ETA, sin embargo, la situación actual es una importante plataforma para dar el siguiente paso adelante, incluida la escalada terrorista. Si existiera capacidad de reflexión el Gobierno descubriría esta pésima situación, por lo que no debiera desdeñar el pacto antiterrorista que Imaz quiere presentar, donde no hay negociación sin cese de la violencia y ésta en ningún caso debe ser política, y hay colaboración policial y respeto a la ley, etc,. Merece una reflexión la propuesta de Imaz, aunque de qué puede servir un segundo pacto si el primero, firmado y con muy buenos resultados en la eliminación del terrorismo, un día, desde la Moncloa, fue saboteado por el mismo que lo propuso. ¿Habrá que ser optimista antropológico y pensar que el Gobierno use el Plan Imaz para dar marcha atrás? De hecho es la única coartada para hacer una retirada honrosa.
Eduardo Uriarte, BASTAYA.ORG, 15/5/2007