EL CORREO 30/03/14
· La ruptura del tabú francés fue decisiva para el abandono de la violencia
El análisis de los servicios antiterroristas galos presenta el asesinato crepuscular de Nérin como el salto al vacío en una huida hacia adelante por la espiral del extremismo violento de la mano de ‘Ata’ por el filo del abismo. Informes incorporados a la causa recuerdan que Mikel Karrera se había ilustrado desde 2004 por sus tomas de posición radicales sin dudar en cuestionar la legitimidad del comité ejecutivo en aras de un endurecimiento de la línea política de ETA.
Sus reivindicaciones contestatarias le valieron una sanción disciplinaria y una mutación desde el aparato militar al logístico donde dirigió la campaña de media docena de atracos en Francia durante la tregua de 2005 y 2006 en paralelo a las conversaciones con el Gobierno español. En 2007, participó en el secuestro de una familia guipuzcoana en Las Landas y asesinó a dos guardias civiles en Capbreton como demostración de fuerza en su golpe interno junto a Garikoitz Aspiazu ‘Txeroki’ para destituir a la dirección política encabezada por el difunto Xabier López Peña ‘Thierry’.
Las caídas sucesivas de ‘Txeroki’ e Ibon Goieaskoetxea ‘Emil’ le dejaron como única figura legítima para dirigir el refundido aparato logísticomilitar. Cinco semanas después inauguró su mandato con una operación peligrosa y arriesgada a las puertas de París constitutiva de la etapa preparatoria de un probable proyecto criminal más ambicioso. Su fatal desenlace rompió el último tabú, la muerte a tiros de un policía francés.
Cuando ‘Ata’ fue detenido el 20 de mayo de 2010 en Bayona, se le ocupó una revista de prensa sobre el asesinato de Nérin. Entre otros recortes, figuraba la portada de EL CORREO del 18 de marzo de aquel año, dos días después del crimen. Rezaba, citando a fuentes francesas: «Ya nada será igual para ETA».