Marisol Oviaño-Vozpópuli

  • En comunicación y manipulación de masas el PSOE siempre le ha dado sopas con honda al PP

Muchos españoles pasan de las noticias; bastante tienen con perder más de dos horas diarias en ir y venir de trabajar, enterarse de a qué hora echan el partido y mirar cuándo empieza lo nuevo de Netflix. La vida es breve, y la única relación que tienen con la política se reduce a los fogonazos de información que les proporcionan las redes sociales. Y de esto, el gobierno de los mil y un asesores sabe un rato.

En comunicación y manipulación de masas el PSOE siempre le ha dado sopas con honda al PP. Pienso, por ejemplo, en lo mal que le salió a Aznar intentar convencernos de que los atentados del 11M eran obra de ETA y en lo bien que Rubalcaba supo aprovechar esa torpeza comunicativa. “Mañana elecciones. Quieren manipularnos. Sabemos que ha sido Al Qaeda. A las 18h, sede del PP. C/ Génova. Pásalo”.  Mientras los suyos gritaban “¡Asesinos!” a los de Aznar, él salió en televisión para dejarnos una frase que dio el poder a Zapatero y que ha pasado a la historia de la comunicación política: “Los ciudadanos españoles se merecen un gobierno que no les mienta”.

Y ¿qué hizo el PP para contrarrestar aquel ataque? Cambió la programación de TVE;  y, en lugar de Noche de fiesta, emitió por sorpresa Asesinato en febrero, un documental sobre el atentado contra Fernando Buesa. Estoy segura de que aquello no convenció a ningún socialista para que votara al PP; en cambio, sí sembró la duda entre algunos de sus posibles votantes.

Como yo, que pensaba votar a Rajoy y no lo hice. Y no gracias a Rubalcaba, sino a aquel inesperado cambio en la parrilla televisiva. El PSOE consiguió movilizar a la gente sin dar la cara, y el PP firmó de su puño y letra aquella manipulación insultante. Tras aquel estruendoso fracaso, cualquiera esperaría que el PP hubiera aprendido algo; pero que Mazón haya sido el único político que ha dimitido por la DANA demuestra que los peperos siguen a por uvas.

Mentiras y mentiras

Y si Rubalcaba era Maquiavelo, el gobierno de los mil y un asesores ha elevado la mentira a la categoría de arte: ya no hay realidad, sólo relato.  No hay comunicado, declaración o rueda de prensa en la que el PSOE no nos mienta de manera casi patológica. Esta misma semana, publicó una fotografía del pueblo salvando al pueblo con un texto en el que se arrogaban el sacrificio de los voluntarios de Valencia como si hubiera sido mérito suyo. Como si el galgo de Paiporta hubiera estado quitando barro mientras la oposición le ponía la zancadilla.

En cuestión de segundos, el mensaje se expandió por todas partes. Eso sí, con los comentarios capados, para que no pudiéramos responder y, por tanto, nadie pudiera leer las réplicas a semejante patraña. A juzgar por la velocidad con la que la factoría Sánchez consigue poner en circulación sus consignas, deduzco que —además de utilizar bots— cada asesor debe de enviar el mensaje a varios grupos de guasap cuyos miembros, a su vez, lo reenvían a otros grupos para que todos ellos publiquen exactamente lo mismo: mente colmena.

Acusador y acusado

Pero es que ya hasta los juicios a los suyos parecen series de ciencia ficción. Ahora que se juzga al Fiscal General del Estado por un delito de revelación de secretos, el banquillo de los acusados permanece vacío como si fuera un juicio in absentia.  Pero Álvaro García Ortiz está ahí, parapetado en la mesa de los fiscales con sus subordinados —que, en lugar de acusarle como sería su obligación, le defienden— y disfrazado con la dignidad que le confieren la toga y las puñetas: así, cualquier despistado que le vea en TikTok o en el telediario mientras cena, pensará que él es el acusador y no el acusado. Para ganar el relato, todo vale.

La lógica nos dice que un hombre inocente no cambia de móvil ni borra los mensajes que podrían demostrar su inocencia, y que un fiscal que cumple la ley a pies juntillas habría ordenado una investigación interna para averiguar quién ha sido el filtrador. Pero García Ortiz cambió de móvil, borró los mensajes y no ordenó investigación alguna; los guionistas no pueden esperar que los espectadores seamos tan crédulos.  Incluso nos han intentado convencer de que otra de las implicadas en el caso, Pilar Sánchez Acera, también borró los mensajes y cambió de teléfono por casualidad.

¿Juez o periodista?

Al parecer, el único que conserva la prueba que podría salvar al FGE es José Precedo, un periodista de eldiario.es que está viviendo un dilema —y un subidón de superioridad moral—, pues sabe que García Ortiz es inocente como un niño, pero su pundonor profesional le impide revelar la fuente. Por supuesto, toda la Brunete mediática ha salido en tromba a decir que las palabras de Precedo demuestran la inocencia de García Ortiz, como si ahora los periodistas fueran, además, jueces.

Pero resulta incomprensible que un medio que siempre ha estado al servicio del PSOE y que bombardea a Ayuso laborables y fiestas de guardar, no publicara una información que le habría hecho mucho daño.  Los guionistas de Moncloa tendrán que esforzarse más: por mucho que pongamos de nuestra parte, esto no hay quien se lo crea.