Yo me apuntaría sólo si los convocantes para el 2 de octubre ponen por delante un lema que evite confundir a ciudadanos pacíficos con ciudadanos violentos o proviolentos. Por ejemplo: ‘Condenamos radicalmente a ETA’. Lo que me retiene es esa insistencia en que todo el mundo debe ir porque todos caben en su lema. ¿Todos?
Unos conciudadanos han sentido de pronto la necesidad de salir a la calle el próximo 2 de octubre ¿El motivo? Reclamar todos los derechos para todos y, sobre todo, protestar porque recientemente se les ha impedido ejercer el derecho de manifestación a algunos. Nos dicen -cito por la prensa- que todos los ciudadanos cabemos en su manifestación porque sólo les anima el interés en «defender el Estado de Derecho» y en «conseguir un escenario sin violencia y sin imposiciones».
Yo me apuntaría por lo de defender el Estado de Derecho, que creo que ha salido un tanto malparado con las últimas prohibiciones del derecho de manifestación. Me apuntaría a pesar de que resulta un tanto sospechoso que los convocantes se acuerden ahora del Estado de Derecho, y nunca se les haya visto salir a la calle para defenderlo, que mira que han tenido ocasión en 30 años en este país nuestro. Me apuntaría a pesar de que el lema de «todos los derechos para todos» me parece de una notable vaciedad intelectual y moral, y mucho me sospecho que sólo persigue confundir lo que es un Estado de Derecho. Porque en un tal Estado no todos tienen los mismos derechos: los asesinos no tienen derecho a estar libres, los que propugnan un sistema antidemocrático no tienen derecho a fundar partidos políticos, y los que apoyan la violencia no tienen derecho a manifestarlo por la calle. Pero, a pesar de ello, me apuntaría.
Me preocupa, eso sí, que los convocantes hayan unido en su lema al Estado de Derecho con eso que llaman «escenario sin violencia y sin imposiciones». Entiendo el rechazo a la violencia (si se refiere sólo a la violencia ilegítima, claro), pero ¿qué significa exactamente incluir en ese mismo rechazo ‘las imposiciones’? ¿Qué imposiciones son esas? ¿La imposición de la ley regularmente establecida por los jueces y las autoridades? ¿A eso se oponen los convocantes? Pero, entonces, ¿cómo compaginan el apoyo al Estado de Derecho con el rechazo a su puesta en práctica? Preocupante; aunque, a pesar de estas dudas, yo me apuntaría.
Lo único que me retiene, al final, es esa insistencia de los convocantes en que todo el mundo debe ir porque todos caben en su lema. ¿Todos? ¿No excluyen a nadie? ¿Caben también los asesinos? ¿Y los que defienden la violencia? ¿Y los que reclaman un final de la violencia que sea digno para los asesinos? Porque si ‘todos’ somos ‘esos todos’, a mí se me hace muy cuesta arriba unirme a ellos. Por eso, yo me apuntaría sólo si los convocantes ponen por delante de los demás un lema que evite confundir a ciudadanos pacíficos con ciudadanos violentos o proviolentos. Por ejemplo: ‘Condenamos radicalmente a ETA’. Seguro que los convocantes están de acuerdo en ponerlo, dado que insisten tanto en que no se les confunda con la izquierda abertzale. Sólo con eso, yo me apuntaría.
José María Ruiz Soroa, EL CORREO, 24/9/2010